Desde que fue anunciado el incremento del salario mínimo en un 9.54% hubo voces de todo lado, unas que celebraban a rabiar la decisión porque la cifra era importante y la de quienes con más calma y hasta escépticos presagiaban el mismo como un error y hasta de la pérdida de empleos hablaron.
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Unos y otros tenían razón, quienes ya recibieron los primeros pagos con aumentos del mes de enero vieron reflejada la cifra que los puso a bailar en navidad, no les importó que los combustibles aumentaron, que los precios de los transportes y servicios públicos también subieron y que la comida y productos de la canasta familiar, mínimamente se incrementaron un 10%. Lo que hizo que el famoso almuerzo del corrientazo subiera en un porcentaje similar.
Otros con unos salarios más alticos y que sin ser de estrato alto tienen sus carros particulares, también vieron crecer el precio de peajes, combustibles, SOAT y seguros contra todo riesgo de sus vehículos. Con ello se arrastró el precio de aceites, llantas, repuestos y obra de mano en todos los servicios de taller y servitecas.
Pero no solo estos se dispararon en los primeros 40 días del año, los pagos de las pólizas de servicios exequiales subieron hasta un 30% cómo nos lo demostró con documentos don Juan Darío Cortés* a quien luego de muchos años de estar afiliado lo llamaron a cobrarle su cuota mensual y ahí se enteró del mortal incremento.
Lo que popularmente se ha denominado carestía llegó con las alzas de enero y opacó el aumento que brillaba, pero que muchos presagiaban no daría tanta luz a los bolsillos de las familias colombianas.
Nombre cambiado para evitar que le cancelen su póliza en los Olivos, de donde recibió la información del incremento.
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