ANTIOQUEÑOS, GRACIAS A DIOS 

Por: Balmore González Mira 

Mucho se ha dicho,  que no hay nadie más orgulloso de nuestra tierra que aquel que está por fuera y eso lo pude evidenciar recientemente en varias circunstancias de la vida y en diferentes escenarios de la geografía. 

Unos cercanos vinieron a visitarnos después de estar más de una década viviendo en los Estados Unidos, su amor por esta tierra les corría por el alma; con el corazón inflado de alegría lamentaban recién llegaron, los pocos días que se iban a quedar en Antioquia y lo poco que podrían disfrutar de todo lo que estuvieron anhelando tantos años, desde el sabor de un buñuelo hecho en casa, hasta una mazamorra pilada, el quesito en hoja y la arepa pelada. Y aunque todo lo comen en New York dicen que ni el sabor ni el olor es el mismo. Disfrutaron montar en el Metro de Medellín, a pesar de que allá tienen múltiples y variados trenes; como nadie saboriaron los postres y panaderías. Y aunque allá en la capital del mundo se consigue de todo, degustaron como a nadie había visto, el sabor de la bandeja paisa, con el inconfundible chicharrón crocante, la morcilla y el chorizo casero y la infaltable tajada de maduro y su buena arepa. La plaza de mercado fue su otro gran deleite gastronómico. Las panaderías con su olor característico fueron visitadas permanentemente.

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el viaje al occidente antioqueño fue otro de los momentos de alegría y la incomparable algarabía de poder volver a ver a su atlético Nacional, el rey de copas, en el Atanasio Girardot, me será siempre indescriptible.

Retornaron al país del norte con programación de volver pronto a Colombia, de volver a Antioquia a seguir descubriendo lo que se ha construido con esfuerzo durante estas décadas, quieren ir a Urabá, al mar de Antioquia, visitar el Suroeste y tomarse un café en sus fincas e ir a Guatapé a ver los zócalos y disfrutar del paisaje de la represa. Insisten en qué son “Antioqueños, gracias a Dios” y que ahora que tienen legalmente la doble nacionalidad, podrán venir y disfrutar de esta maravillosa tierra que los vió nacer y la que jamás logran olvidar.

Recientemente en San Juan del Cesar, la Guajira,  me encontré con un paisa nacido en Medellín, entré a su buena tienda de abarrotes a comprar agua y cuando me atendió, por su marcado acento le pregunté de dónde era, inmediatamente me respondió que  “Antioqueño, Gracias a Dios”.  Me contó que lleva 18 años allí, y que ahí gracias a este negocio ha criado y educado a sus hijos, pero que jamás ha pasado más de un año sin venir a Medellín donde nació y creció, porque esa tierra la llevo en el corazón y nunca dejaré de ir. Me contó que estuvo en el pasado  diciembre y que había visto otra ciudad y otra expresión en sus habitantes, en sus familiares y amigos, que había confianza en sus gobernantes, tanto en el Alcalde como en el Gobernador y que sobre todo en ellos estaban puestas las esperanzas para el futuro de Medellín y Antioquia, pero también para las próximas generaciones del país.

¡Tanto aquí como allá, estamos en #ModoAntioqueño!

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