LA CRISIS DE LA SALUD NO ES UN CUENTO, ES UNA REALIDAD

Como en la novela de Gabriel García Márquez, Crónica de una Muerte Anunciada, las EPS han visto en el chu, chu, chu, la sentencia de su enterrador, la caída más vertiginosa en los últimos meses de este año, como una política de este nefasto gobierno nacional.

Los 37 hospitales que suspenden servicios a los usuarios de la Nueva EPS, que en el departamento de Antioquia han entrado en grave crisis, no es un tema aislado, y no es por malos manejos de sus gerentes, por culpa de sus buenos médicos y personal asistencial ni por falta de conocimiento de sus administradores y gerentes; todo se debe claramente a la sistemática vocación de una política del actual gobierno nacional de acabar con lo construido durante más de tres décadas.

Los hospitales que se suman a la medida son: Alejandría, Angostura, Anzá, Bello, Betulia, Briceño, Caicedo, Campamento, Caramanta, Carolina del Príncipe, Caucasia, Don Matías, Ebéjico, El Bagre, Girardota, Heliconia, Hispania, Itagüí, Jericó, La Unión, Maceo, Medellín, Montebello, Murindó, Nechí, Peque, Sabanalarga, Sabaneta, San Andrés de Cuerquia, San Francisco, Uramita, Valdivia, Valparaíso, Vigía del Fuerte y Yalí.

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“El Chu, chu, chu”. “Una expresión que, además de ser tendencia en redes sociales, resume cómo Petro le dio el golpe de gracia al sistema de salud en Colombia”, decía el editorial del periódico El Colombiano del 29 de mayo de 2024, cuando Sura, una de las mejores del país, anunció que pediría el retiro voluntario del sistema. Resultó premonitorio.

Hoy queremos traer de nuevo ese escrito, que representa, ni más ni menos, seis meses después, lo que se veía venir:

“Hay presidentes que dejan su marca en la historia con frases como la de “Sangre, sudor y lágrimas”; ese fue el canto de batalla con el que Winston Churchill les anunció a los británicos la difícil guerra que se les venía para enfrentar a Hitler. Y hay algún otro que tal vez, también, será recordado por una frase igualmente corta: “Chu, chu, chu”. Una expresión que, además de ser tendencia en redes sociales, es el resumen de cómo el presidente Gustavo Petro le dio el golpe de gracia a un sistema de salud que ha ayudado a salvar muchas vidas en Colombia.

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El anuncio que hizo ayer la EPS Sura de que le pedirá al Gobierno que acepte su retiro voluntario del sistema de aseguramiento en salud cayó como un baldado de agua fría en el país, pero sobre todo produjo un tremendo desconsuelo en Antioquia, en donde están la mayoría de sus más de 5 millones de afiliados. No solo se pierde una empresa que ha sido ejemplo en la atención en salud de calidad, sino que, si se suma a la intervención de Sanitas, el país parece que ya empezó a recorrer el camino sin regreso de la destrucción del sistema de salud que hemos disfrutado en los últimos 34 años.

Esa inolvidable frase, “Chu, chu, chu”, la dijo Petro en la primera entrevista que dio como presidente al periodista Daniel Coronel: “¿Si yo quisiera acabar las EPS sabe qué hago? No presento el proyecto de reforma. Dejo que pase lo que está pasando”. Coronel con sarcasmo le anotó: “Y les demora un poquito los pagos…”. Y Petro remata: “Y chu-chu-chu, eso es un dominó. Ni siquiera hay que demorar pagos. Simplemente, EPS quebrada… sus afiliados tienen que pasar a las que quedan. Y esa se cae. Entonces los afiliados tienen que pasar a la que queda. Esa se cae. No es sino esperar”.

Efectivamente, el presidente Petro lo único que hizo fue esperar. Esperar a que se destruyera el sistema. Como si para eso lo hubieran elegido los colombianos: para esperar. Tal vez alguien que le hable al oído al Presidente podría decirle que el oficio de gobernar consiste en encontrar soluciones a problemas difíciles no en ser convidado de piedra de la catástrofe.

Ha dicho el Presidente que él propuso una reforma y que el Congreso no la aprobó. Pero en democracia, el gobernante tiene que tener prevista la solución: es responsable por acción y por omisión. Además, así el Congreso le hubiera aprobado la reforma es altamente probable que estaríamos llenos de incertidumbre porque el Gobierno ha demostrado ser incapaz de poner a funcionar un sistema de salud. O si no que lo digan los maestros. Petro decidió cambiarles el sistema y su puesta en práctica ha sido un desastre tal, que miles de docentes con enfermedades graves están en riesgo y Fecode ya anunció paro.

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Petro no ha hecho nada para evitar la debacle del sistema de salud. ¿Por qué las EPS hicieron chu-chu-chu? Porque de cada $100 que reciben las EPS, $8 van por ley a reservas; $3,8 se van a gastos administrativos y quedan $88 pesos para pagar la atención en salud. Pero el problema es que la atención cuesta ahora $97. Es decir, hay un déficit de $9 por cada $100.

¿Qué podía haber hecho el Gobierno? Aumentar la UPC (Unidad de Pago por Capitación), que es el monto que transfiere a las EPS por atención de cada usuario, para poder cubrir el aumento de demanda de salud. El gobierno aumentó la UPC en 12% para el 2024, pero las EPS necesitaban al menos el 16%.

Para la muestra está la EPS Sura que venía con números en negro hasta 2021, pero entre 2022 y 2023, precisamente el periodo de gobierno de Petro, ha perdido 360.000 millones de pesos.

¿Y por qué vale más? Porque al sistema de salud cada día lo obligan a atender más enfermedades, porque después de la pandemia del Covid se disparó la demanda por servicios de salud, y porque cada día se exigen más tratamientos y más complejas.

¿Por qué Petro no aumentó la UPC como lo pidieron las EPS? Tal vez por ese malestar que le produce girar recursos del Estado a empresas privadas, así presten un servicio a la comunidad. Pero también –y tal vez sea lo más importante– porque son entre 6 y 7 billones de pesos mensuales que quedan a disposición del Estado, en teoría para destinarlos a la salud, pero ya sin la obligación contractual podrían ocuparlos también en otros menesteres menos altruistas.

En algún momento habrá que hacer la cuenta si lo que se ha gastado el gobierno Petro en medidas populistas que no conducen a nada habría servido para aumentar la UPC: no aumentó tarifa de peajes, rebajó a la mitad el SOAT, descartó irregularmente el contrato de pasaportes, creó el Ministerio de la Igualdad que ha tenido mucha burocracia y cero ejecución, y así sucesivamente.

Es una paradoja lo que está ocurriendo en Colombia, el gobierno de Gustavo Petro, que llegó al poder subiéndose a los hombros de los más desfavorecidos pasará a la historia como el mismo que acabó con uno de los programas sociales más revolucionarios del país. Todos somos o seremos pacientes. Y de los pacientes, los que más padecen con estos cambios son los más vulnerables. ¡Bonito esto del “cambio”!”

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