Y ARBOLETES CUMPLIÓ EL SUEÑO DE TENER AGUA

“UNA MUJER, UN PUEBLO Y UNA HAZAÑA”

Por: Sixto Manuel Ibáñez Villadiego

“La historia de lucha por el agua en arboletes, que nunca se contó”.

Era el Miércoles 08 de enero de 2020 cuando escuché por primera vez a la recién posesionada alcaldesa, Diana Stella Garrido Henao. Llegaba un tanto angustiada y, a lo lejos, notaba que reclamaba explicaciones al grupo de personas que la acompañaban, entre ellas a la gerente de la oficina de la empresa AASSA en Arboletes. Parecía que no obtenía respuestas claras, o al menos las que recibía no resolvían la situación. Acababan de informarle que la represa El Bote se había quedado sin agua.

La preocupación de la alcaldesa Diana, era palpable. Le habían comunicado que, aunque Arboletes se quedaría sin agua, al menos se contaría con dos meses de abastecimiento antes de que la crisis llegara. Sin embargo, la realidad era otra; los cálculos habían sido erróneos. Para esa fecha, ya estábamos inmersos en una crisis del Agua, y el nuevo gobierno municipal se encontraba completamente tomado por sorpresa. Ya no había tiempo para planificar estrategias a largo plazo; la emergencia ya estaba en marcha. Solo quedaba poner en ejecución lo que la alcaldesa denominó “un plan de choque”.

Era evidente que el municipio no estaba preparado para una situación como esta. La falta de preparación era clara, y aún no se sabía cómo abordar la crisis. Además, esa información era clasificada, por lo que el pueblo aún no conocía la magnitud del problema. Las alarmas ya estaban sonando, pues el agua ya no llegaba a las redes del acueducto, pero nadie podía dimensionar lo que estaba por venir, ni lo que el año 2020 nos deparaba a nivel mundial.

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Frente a la incertidumbre y la necesidad urgente de crear un plan de contingencia, Diana convocó al comité municipal de gestión del riesgo y desastres (CMGRD) y a todos los profesionales técnicos de las entidades estatales con presencia en Arboletes, Corpouraba, el Hospital Pedro Nel Cardona, AASSA, todas las dependencias de la alcaldía, Bomberos, entre otros. Recuerdo que en esa reunión había personas de distintos niveles académicos, pero con la capacidad de pensar y proponer soluciones para la emergencia que enfrentábamos.

Entre los asistentes, algunos éramos conocidos, otros solo distinguidos, y otros apenas nos habíamos cruzado en los pasillos de la alcaldía. Era comprensible, el nuevo gobierno municipal llevaba apenas ocho días en el poder, pero algo era claro, estábamos dispuestos a ayudar en todo lo necesario, sin importar afiliaciones políticas ni credos. El objetivo común era el bienestar del pueblo de Arboletes, y en ese ambiente, lo que primaba era la unidad. Para ese momento, ya era evidente que no valía la pena buscar culpables, pues perder tiempo en eso solo empeoraría la situación.

Cada persona tuvo la oportunidad de participar. Todos expresábamos nuestras ideas, por más inusuales que pudieran parecer. Ninguna sugerencia fue desechada, ya fueran soluciones inmediatas, a mediano o largo plazo. Diana escuchaba atentamente, anotaba en una libreta, levantaba la mano, cuestionaba, indagaba. Estaba jugando el rol que le correspondía, tomaba notas con nombres, sugerencias, números de teléfono y haciendo rayas en su cuaderno. A veces guardaba silencio, pero nunca perdía el control de la reunión.

La noche ya había caído cuando, en medio de la deliberación, llegó el personal del DAPARD (hoy DAGRAN), entre ellos su Director Jaime Enrique Gómez, quien jugarían un papel crucial en las conclusiones de esa reunión. Diana los recibió con seriedad, pero sin protocolos formales, y alzó un poco la voz para explicarles la gravedad de la situación. Les detalló el estado de la crisis y dejó en claro que la solución inmediata debía surgir de esa misma reunión. Los compromisos, las tareas y los planes debían materializarse en el acto.

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La sequía ya era una amenaza real que podría extenderse por meses. Por tanto, la crisis también se prolongaría. El aporte del departamento sería esencial, aunque los recursos disponibles para esa fecha eran limitados. A pesar de los esfuerzos del DAPARD, pronto nos daríamos cuenta de que esos recursos no serían suficientes para enfrentar la magnitud de la emergencia.

En ese momento, se sabia que se Contaba con algunos carros tanques unos proporcionados por el departamento, otros por AASSA y el municipio y que también se traería agua desde Montería, San Juan, Necoclí, y de donde fuera necesario. El reto ahora era diseñar el mecanismo para distribuir el agua a más de 15,000 personas. Para ello, Diana ordenó que, a partir de esa fecha, todos los días a las 7:30 a.m. se llevaría a cabo un PMU (Puesto de Mando Unificado), donde se desarrollarían las ideas, estrategias y mecanismos para hacer frente a la crisis. Así, esa reunión diaria se convirtió en la herramienta clave para el seguimiento, para dirimir conflictos, adoptar decisiones e implementar las soluciones propuestas.

De esta reunión matutina debo resaltar la intervención importante que hicieron algunas personas, que, por su experiencia de vida, lograron aportar elementos importantes que garantizarían el éxito del “Plan de Choque”, como lo fue el Medico Sergio Upegui que con su sabiduría y conocimiento le dio rumbo a cada discusión, Arturo Mercado, quien para esa fecha era el Inspector de policía, y por sus relaciones con la alcaldía de montería ayudaría a la consecución de una parte del agua con esa ciudad,  la tecnicidad de Lucas Pérez y Hector Doria de CORPOURABA, la experiencia y el pulso de Alonso Peña y Las recomendaciones Sebastián Valencia, La reflexión de Lujan Reyes y en la secretaría  de planeación Rubén Londoño.

Luego de todo ese fin de semana donde cada uno pensaba, planeaba cual podría ser la mejor estrategia, y como se podía atender todo el sector urbano del municipio, ¿Cuál sería la forma con la que se generara el menor caos posible?, por quealgo era cierto y era el caos podría ser inminente sino se controlaba.

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Sin embargo una de esas mañanas de ese fin de semana Salí a andar el pueblo, y pude ver algo que me llenó de orgullo de haber nacido en esta tierra, la gente de todo los barrios, tenían galones en la carretas, en sus motos, en los burros, en los hombros, en las motochivas, aun en los carros,  en lo coches de caballo, esto demostraba que el arboletino no se da por vencido, que el arboletino se reinventa, que no le tiene miedo a los cambios, por intempestivos que sean, todo un pueblo decidido a avanzar a como de lugar, tal vez alguno pudiera pensar que no se vio bien que las personas de nuestro pueblo hayan tenido que pasar por todas esas incomodidades, pero realmente ese sacrificio habla de lo resiliente que es el pueblo de arboletes. 

Esto de algún modo daba tiempo a que se pudiera concretar la estrategia a utilizar.

Ya el lunes de la siguiente semana a la 07:30 am, se encontraba reunido el PMU y la alcaldesa Diana Garrido a la cabeza, la estrategia para resolver la primera necesidad y garantizar el mínimo vital, seria trasladar agua desde los puntos como Monteria y san juan de Urabá con carro tanques a los diferentes barrios, y para no generar conflictos se ubicarían tanque de 5000 litros en los diferentes sectores, tantos como fuera necesarios, pero había un problema, no había plata para comprarlos, Diana con el disponible que podía utilizar compró 7 tanques de 5000 litros y 5 de 2000 , y contrató 5 carrotanques con lo que se inicio el abastecimiento en diferentes sectores, esto aun no era suficiente porque según los cálculos realizados en el PMU se necesitaba transportar para que el pueblo de arboletes tuviera el mínimo vital de agua, al menos 200.000 litros diarios, entonces éramos consientes que lo que había era muy poco, sin embargo se dividió el pueblo en sectores, hicimos mapas y se establecieron horarios para cada sector, de modo que todos pudieran recibir por lo menos 40 litros por familia, estaba claro que se debía manejar reglas de distribución y convivencia pero aun así se presentarían conflictos, por ello era importante que los lideres de los barrios fueran parte de esta estrategia y ayudaran a minimizar el impacto, hasta que la alcaldesa pudiera gestionar mas tanque que sirvieran de deposito y así asignarlo a otros sectores.

Diana esa semana se fue para Medellín a pedir agua, carro tanques y tanque de 5000 litros, fue a Teleantioquia, a la gobernación de Antioquia, a la alcaldía de Montería, a la alcaldía de san juan, y a todo lugar que pudiera bridar ayuda, algunos pensarían que la alcaldesa exageraba, pero no era así, ella era consciente de la realidad de la emergencia.

Pedir agua, arman rutas, hablar con los conductores, resolver problemas de convivencia, gestionar nuevos tanques se convirtió en la tarea de todos los días, desde la primera hora de la mañana no había otro tema que tratar, sino el agua de arboletes.

Todos se solidarizaron, la alcaldía de montería aportó mucha agua para nuestro pueblo, así mismo el hermano municipio de san juan de Urabá, pero pronto comenzaría a escasear el agua, el dinero para combustible y lo peor, llego un  flagelo que agudizaría mucho mas la calamidad en arboletes, llego la Pandemia del COVID-19, con el encierro y los protocolos de bioseguridad, parecía que nada podría estar peor, pero esta mujer entre la impotencia y las lágrimas pidió Agua, tapabocas, tanque y mercados hasta el cansancio, fui testigo de los ruegos que hizo, por teléfono, en videollamadas, yo digo que si en pandemia todo se detuvo, creo que Diana nunca se detuvo, era impresionante la energía, las ganas que mostraba y entre esas jornadas, a veces en medio del tumulto se sentaba y miraba, y creo que se sentía cansada, pero no podía bajar la guardia todo un pueblo dependía de ella.

Fue alguien que no se dejo atemorizar, que halo a su gobierno, que animo a todos los funcionarios si tenían las condiciones de salud suficientes, a salir a ayudar al pueblo, recorrimos todos los barrios, cada vereda de arboletes, cada centro poblado, repartiendo agua, tapabocas y mercados, pero nos inspiraba verla que nunca mostro miedo, realmente fue una hazaña la de Diana; logró conseguir con la UNGRD 15 carrotanques que abastecieran de agua al pueblo durante toda la emergencia y así mismo 56 tanque de 5000 litros distribuidos en todo los sectores.

Al principio fue un caos, pero a medida que el tiempo avanzo los arboletinos aprendimos a esperar el turno, a tolerar al otro y sobre todo a valorar el agua, fue una lección para todos, lo precioso que hacia mucho tiempo no había faltado, ahora había escaseado del todo, pudimos quedar en desolación completa pero el pueblo unido resistió hasta pasar al otro lado de la calamidad, nada hubiera sido posible si no hubiéramos permanecido juntos. 

Recuerdo que para aquellos días el que el alcalde del vecino municipio de San Juan, Osbaldo Angulo de la Rosa, grabó un comunicado dirigido a la alcaldesa Diana. En ese mensaje, proclamaba con vehemencia que no permitiría que se siguiera tomando agua del río San Juan, un gesto que muchos interpretaron como una afrenta directa. Diana, sin embargo, no lo tomó como un desafío, sino como un comentario impulsivo, una reacción quizá nacida de la preocupación por lo que él consideraba un abuso, aunque ignoraba que el río San Juan pertenece tanto a Arboletes como a San Juan, si no más a nosotros.

Lejos de entrar en polémicas o responder con dureza, Diana abordó el asunto con su habitual sentido del humor y una sonrisa que desarmaba cualquier intención confrontativa. Y jocosamente dijo: “Osbaldo está loco, el agua es de la Nación”, restándole importancia a lo que otros habrían convertido en un conflicto. Sus palabras, ligeras pero certeras, no solo apaciguaron el momento, sino que dejaron en claro la realidad de un recurso compartido que trasciende límites municipales.

Ya habían avanzado el tiempo la implementación del Plan de Choque estaba marchando y era funcional.

Recuerdo aquel día de junio de 2020, cuando finalmente llovió. Fue como un milagro, después de más de un año de sequía. Estábamos en cuarentena por el Covid-19, pero esa tarde nadie se quedó en casa. 

Salimos al unísono, como si el cielo nos hubiera convocado, a observar cómo las gotas caían tímidamente al principio, hasta convertirse en un torrencial aguacero.

Las calles se llenaron de vida, vecinos corriendo con baldes, ollas y recipientes de todo tipo para recoger el agua. No importaron los protocolos ni las restricciones; por un momento, todos éramos niños corriendo bajo la lluvia, dejando que la emoción nos envolviera. Era como si el cielo nos recordara que Dios nunca nos olvida.

Algunos lloraban de alegría. Lo que en otros lugares podría parecer algo común, para nosotros, en Arboletes, era un verdadero milagro. Esa lluvia era mucho más que agua, era esperanza. Traía consigo la posibilidad de que la represa El Bote volviera a llenarse, de que las redes del acueducto pudieran funcionar otra vez.

La ilusión creció con cada gota que caía. Imaginábamos el nivel del embalse subiendo, alcanzando su punto más alto, hasta que finalmente, semanas después, fue posible reiniciar el bombeo. Las lluvias no se detuvieron; aquella jornada que comenzó en junio se extendió hasta enero del siguiente año. Para entonces, la represa había llegado a desbordarse, un espectáculo hermoso que llenó nuestros corazones de alivio.

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Con el regreso del agua llegó también la necesidad de administrarla con cuidado. Se habilitaron el seguimiento del nivel de la represa y un racionamiento en el suministro, recordándonos la lección que habíamos aprendido, valorar cada gota como si fuera oro; Ese día de lluvia no solo marcó el fin de la sequía; marcó el renacer de la esperanza y la unión en nuestro pueblo. Fue un regalo del cielo que nunca olvidaremos.

ahora había que pensar en la solución definitiva, como lo diría la misma Diana “En el proyecto que garantice a las futuras generaciones el agua para vivir en Arboletes”.

Por ello desde el CMGRD arrojaron 6 factibilidades, de posible ideas que pudieran significar la solución definitiva al problema del agua, la primera fue contemplar la extensión del acueducto costanero, pero este tenia problemas técnicos y de  infraestructuras que no consolidaban la posibilidad, el segundo fue los yacimientos de agua dulce que hay en el subterráneo, para esa época CORPOURABA estaba haciendo unos estudios referentes a este tema, por ello cobro importancia esta posibilidad, la tercera fue La captación desde el Rio Hobo, la cuarta posibilidad fue hacer un Presa en los terrenos de la finca de cara vaca, que consistía en inundar un gran área y construir un bocatoma, la quita seria la integración de la represa la 37 ubicado en el corregimiento del Carmelo, y la sexta la captación del Rio San Juan, esta ultima contaba con estudios del rio San juan que garantizaba el caudal suficiente y la permanencia de este aun en tiempos de sequía,  el costo y su construcción hacían de esta posibilidad en el corto plazo un  realidad.   

Así las cosas, el CMGRD, el DAGRAN en cabeza de la alcaldesa Diana Garrido, decidieron que la solución masinmediata, viable, la cual brindaba la posibilidad de abastecer al territorio urbano del Municipio de arboletes por más de 50 años.

Ahora iniciaba el verdadero desafío, la formulación, presentación, aprobación y asignación de recursos por parte del Gobierno Nacional. No sería una tarea fácil. No solo se trataba de redactar un documento técnico impecable, sino de superar una maraña de obstáculos jurídicos y operativos que amenazaban con retrasar el proyecto. Uno de los más complejos era sanear legalmente los componentes externos, como adquirir los derechos de servidumbre de los predios por donde se proyectaba el paso de la tubería.

Esto implicaba algo más que simples negociaciones; había que convencer a los propietarios de que sus terrenos albergarían, de por vida, las líneas de 15 kilómetros  detuberías desde la Hacienda San Juan, en el Municipio de San juan de Urabá, propiedad del señor Juan Carlos Botero, hasta la represa El Bote, en nuestro municipio. Lograrlo no solo requería su consentimiento, sino también garantizar que estas servidumbres quedaran inscritas formalmente en los folios de matrícula inmobiliaria de cada predio. Además, era indispensable adquirir una hectárea junto al río para instalar las bombas de impulsión y todo el sistema de captación. Cada paso implicaba estudios de títulos, negociaciones con los propietarios, garantías de acceso al punto de captación, la formalización mediante escrituras públicas para la certeza de que el proyecto estuviera blindado jurídicamente para el futuro.

El reloj avanzaba implacablemente. No solo se trataba de cumplir con estos requisitos, sino de hacerlo en tiempo récord. Había un factor clave que jugaba en contra, el gobierno del presidente Iván Duque Márquez estaba llegando a su fin, y el panorama político en el Pais auguraba la posible llegada al poder del entonces candidato Gustavo Petro, un candidato de izquierda. La incertidumbre era alta, y lo más estratégico era garantizar la aprobación del proyecto dentro del mandato del presidente Duque.

Sin embargo, en el Ministerio, la tarea no era sencilla. El equipo técnico de esta entidad parecía más enfocado en señalar mejoras de forma que en evaluar el fondo del proyecto. Cada mesa técnica se sentía como un callejón sin salida; las talanqueras crecían, y el tiempo se diluía en interminables observaciones y correcciones. Por momentos desde mi posición como parte del personal técnico del equipo de planeación tuve la impresión de que algunos de esos funcionarios no estaban a favor del avance del proyecto.

A pesar de todo, Diana no se rindió hasta lograr la aprobación del proyecto más importante en las últimas dos décadas en el municipio de arboletes. Con una determinación admirable, viajó al Ministerio, a la Presidencia, al Congreso de la República, tocando todas las puertas posibles. Su energía era incansable. Agotó todos los caminos, buscando apoyo en cada rincón. Tengo que decirlo incluso llegando a requerir la colaboración del expresidente Álvaro Uribe Vélez. Fue una carrera titánica contra el tiempo y las circunstancias. Todos, en mayor o menor medida, nos unimos a ese esfuerzo. Diana lideró con tenacidad, demostrando que, incluso ante los mayores desafíos, el compromiso y la persistencia pueden abrir camino donde parece no haberlo.

Para la fecha del 17 de octubre de 2023, Diana Garrido, junto al Gobernador de Antioquia en ese entonces, Aníbal Gaviria, hizo el anuncio del inicio de la construcción de las obras, acto que marcaría la historia de Arboletes. Con un emotivo discurso, su voz quebrada por la emoción y el peso del momento, Diana anunció lo que llamó el Legado del Agua. Fue un instante cargado de significado, como si en cada palabra estuviera dejando un pedazo de sí misma y una promesa cumplida para la gente, como quien se despide y agradece a la vez.

para esa fecha no estuve presente, pero desde la distancia, en la Ciudad de Cali, escuché aquellas palabras, pero aún a kilómetros de mi tierra, sentí cómo estremeció el corazón de cada arboletino. Fue un momento único, de esos que trascienden lo político y se convierten en historia viva, en un recuerdo imborrable.

Con esto quiero terminar, el Legado del Agua no solo es un proyecto, es la prueba tangible de que la lucha, la persistencia y el amor por un pueblo pueden superar cualquier obstáculo. Es el testimonio de un liderazgo del que yo fui testigo que dejó una huella profunda en nuestra tierra y en nuestras vidas.

(…) “El agua no tiene color político, ni de iglesia, ni de culturas. El agua es para todos, el agua es vital para la vida del ser humanos. El agua es lo que hace posible que los ríos crezcan, que nos desarrollemos económicamente, socialmente, ambientalmente, el agua hoy nos devuelve la esperanza, nos devuelve la vida y la oportunidad de seguir creciendo en Arboletes.

…En los próximos cincuenta años, el agua seguirá siendo un símbolo de unidad y crecimiento para nuestro hermoso municipio. Que este proyecto sea un recordatorio de todo lo que podemos lograr cuando trabajamos juntos y unidos en post del bien común, sin exclusión alguna. 

Arboletes, hoy celebramos un nuevo comienzo, un futuro brillante, la promesa de Dios.”

“Fracción del discurso de Diana Garrido, 17 de Octubre de 2023.

Con mucho Respeto,

 

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