Por: Juan Diego Barrera
Antioquia ha vivido históricamente entre montañas que han sido orgullo y obstáculo, reto y oportunidad, historia y olvido, anécdota y tragedia, pero eso sí, que han sido un símbolo de una idiosincrasia, de una herencia y una identidad llamada paisa.
Y es que ese perrenque paisa es el que nos ha permitido domar estas montañas, en entenderlas y seducirlas; sin faltarles al respeto, siempre con la más humilde benevolencia, pero con el temperamento antioqueño requerido para sentar en cada kilómetro de desarrollo vial el carácter de una Antioquia más cercana y unida.
Con la apertura de la vía hacia la costa por el nordeste, el departamento da un paso firme hacia la integración nacional. Esta obra, que conecta los municipios de Cisneros, Remedios y Zaragoza con la Troncal del Caribe, reduce en un 30 % los tiempos de viaje hacia la región costera, incorpora 145 kilómetros de nueva infraestructura y convierte a Antioquia en un nodo logístico clave para el país, permitiendo un nuevo dinamismo a una región de gran riqueza natural y minera, y convirtiéndose al tiempo en el pago de una deuda histórica de conectividad de Antioquia para sí misma, pero también para el país.

No obstante, el verdadero punto de inflexión y transformación de Antioquia será el Túnel del Toyo, una obra que redefine la escala de la conectividad. Con unos 9,7 kilómetros de longitud, será el túnel vehicular más largo de América Latina. Su corredor de 39,5 kilómetros que no sólo unirán a Medellín con Urabá, sino que acercarán al mundo a Antioquia. Su impacto es monumental: el trayecto entre Medellín y los puertos del Caribe pasará de ocho horas a cuatro horas y media, lo que significa una reducción del 50 % en tiempos y costos de viaje. Además, permitirá velocidades de hasta 80 km/h para vehículos livianos y 60 km/h para pesados, optimizando la logística nacional. Parece una obra de unos cientos de kilómetros, pero no sólo conectarán a Medellín con el Urabá antioqueño, sino a Colombia con el mundo.
En términos económicos y sociales, la inversión supera los 2,7 billones de pesos, con aportes de la Nación (hasta antes del 2022), la Gobernación y la Alcaldía de Medellín, esta última que destinó recursos fuera de su jurisdicción como apuesta estratégica en la internacionalización de Medellín. El ahorro proyectado para el sector transporte es de 51.000 millones de pesos anuales en costos operativos, y se estima que la obra impulsará el comercio exterior al facilitar el acceso directo a los puertos del Caribe; al tiempo del turismo nacional al occidente y Urabá antioqueños. Desde su inicio en 2018, el proyecto ha generado 6.000 empleos directos y utilizado más de 160.000 metros cúbicos de concreto y 12.000 toneladas de acero, consolidándose como un motor de desarrollo regional de consecuencias nacionales.
No se trata solo de infraestructura: es visión de futuro, es un pago de una deuda histórica de conectividad de Antioquia para consigo misma. El Túnel del Toyo se convertirá en la arteria más importante que conectará a Colombia con el mundo. Con su apertura, Antioquia dejará de ser una región encerrada entre montañas para convertirse en la puerta estratégica hacia el Caribe y, por extensión, hacia los mercados globales, haciendo que reafirmemos lo que siempre hemos sido: la mejor esquina de América.
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