Especial El Occidental
Analistas empiezan a hacer memoria de lo que pasó a finales del siglo pasado en Colombia y algunos, más pesimistas que otros, comienzan a hablar nuevamente de un estado fallido. Y un presidente ausente.
“Para las nuevas generaciones de colombianos, aquellas nacidas en el siglo XXI, es un poco difícil explicarles el conflicto que vivió el país a finales de la década del 90. Sin embargo, hay algunos momentos históricos que pueden dar claridad de lo que hoy está ocurriendo en todo el territorio nacional y que solo es posible conocer si se explican desde esa perspectiva.” Con esto inició un profesor de un colegio público, que prefiere guardar su nombre, al hacer el análisis de la dramática situación que vive el país.
Dice este docente, que lleva 35 años de educador, que era muy triste ver cómo sus alumnos de la época soñaban con ser narcotraficantes, que algo evolucionó y que luego querían además ser paramilitares. Que también le tocó ver cómo algunos de ellos terminaron en la guerrilla cuando él era profesor de una escuelita rural.
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“Recuerdo cuando ganó Samper la presidencia; los profesores votamos por él. No creíamos mucho en Pastrana, sin embargo, quedó demostrado que a Samper lo eligieron los narcotraficantes y, en mi condición de profesor de sociales, he tenido que contar la historia muchas veces sin decir toda la verdad.” Luego fue presidente Pastrana y ahí el país se lo acabaron de tomar la guerrilla y los paramilitares.
Comenzó el siglo XXI y, para el año 2001, los municipios de Colombia estaban controlados unos por las Farc, otros por el Eln y otros ya habían sido “recuperados” por las autodenominadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). “El país no tenía rumbo; la inseguridad en las ciudades y los secuestros por todo el territorio nacional eran la noticia de cada día. Las ‘pescas milagrosas’, que no eran más que retenes ilegales de los grupos terroristas, hicieron que muchas personas o se las llevaran secuestradas o permanecieran en las zonas urbanas de sus municipios porque no podían salir de sus poblaciones”, relató este docente. Con este recuento podemos recordar lo que pasaba en aquellos momentos: Colombia era un estado fallido, caos y muertes acompañaban ese panorama después de unos supuestos diálogos de paz con las Farc, que ya habían traicionado al mal gobierno de Pastrana.
2002: COMIENZA EL GOBIERNO URIBE: MANO FIRME Y CORAZÓN GRANDE
El triunfo de Álvaro Uribe Vélez en las elecciones le dio al país un nuevo aire de esperanza en que se podría volver a recuperar la confianza en las fuerzas militares y en la institucionalidad. La política de la seguridad democrática comenzó a implementarse en todo el territorio nacional y a impulsar la desmovilización de las estructuras criminales, en un proceso del que hicieron parte las Autodefensas y, de manera individual, los grupos guerrilleros. Esta exitosa política llevó rápidamente a que en Colombia hubiese confianza inversionista y la economía comenzara a recuperarse, para que los empresarios volvieran a generar empleo y que cada día las fuerzas militares fueran el orgullo de la patria.
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En un acto criticado por sus adversarios políticos, el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez buscó los mecanismos de modificación de la Constitución y se hizo reelegir para un segundo mandato de 2006 a 2010, periodo presidencial en el que realmente cosechó lo que en sus primeros cuatro años había sembrado. Ahí Colombia volvió a florecer: “La seguridad se sentía y los grupos al margen de la ley casi estaban desaparecidos en Colombia. Las fuerzas militares tenían el control territorial, el secuestro era una noticia olvidada y comenzó a construirse lo que era un país para los turistas de todo el mundo. Los colombianos empezaron a visitar todo el territorio nacional porque las pescas milagrosas tampoco existían, se acabaron”, recuerda.
2010: LA LLEGADA DE SANTOS A LA PRESIDENCIA
Luego de hacerse a la sombra de Álvaro Uribe Vélez, llegó a la presidencia Juan Manuel Santos, quien aprovechó toda la imagen de su antecesor y, con la ilusión de los colombianos de que las Farc, que ya estaban en solo un 20 % en número de hombres en armas, terminaran de una vez su existencia, ganó en primera vuelta y comenzó su mandato. Sin embargo, muchos califican su gestión como una traición a un país. Empezó a sentar los cimientos de la resurrección del grupo terrorista, al que en vez de combatir llevó a la mesa de diálogos, los mismos que aprovecharon para rearmarse y volver a ser poderosos.
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“En 2014 se reelige con dineros de Odebrecht, se roba el plebiscito donde ganó el NO y en 2016 firma el famoso ‘tratado de paz’, que le ayuda a comprar el premio Nobel, donde entrega parte del Estado a este grupo guerrillero, siendo este el comienzo de una nueva etapa para las Farc. Unos se desmovilizaron y otros siguen en armas, lo cual se ha mantenido así”, relata este docente que más parece un politólogo.
Para el 2018, llega al poder Iván Duque Márquez, apoyado por el Centro Democrático, partido del Uribismo, y expresa: “Excepto algunos temas económicos, se le abona el buen manejo de la pandemia en la mitad de su periodo. En materia de seguridad hay respeto por las fuerzas militares, pero es tan débil su autoridad política que el país recibió el famoso estallido social y a punta de manifestaciones y actos vandálicos se construyó la victoria del actual presidente Gustavo Petro.”
LA ALIANZA DEL PETRO-SANTISMO
Las figuras más sobresalientes del Santismo acompañaron a Gustavo Petro para que fuera elegido en el 2022, arrancando con su mandato el famoso anuncio de la “Paz Total”. Treinta meses después, el país está como exactamente estaba en el año 2000 y 2001: secuestros, extorsión, masacres; tomado por los grupos terroristas desde Nariño, Amazonas, Caquetá y Cauca. El departamento del Chocó, invivible y sometido por el Eln; Antioquia, lleno de zozobra en varias de sus regiones; los Santanderes, especialmente Cimitarra y el Catatumbo, en la mayor crisis humanitaria de este siglo. No hay ministro de defensa y las fuerzas militares están sin rumbo ni orden superior.
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“El país volvió a vivir lo que ya había superado. Se expiden normas de excepción para recuperar la seguridad, cuando lo que se necesitan son acciones de gobierno y de autoridad pública para recuperar la vida, honra y bienes de los colombianos”, es la expresión nacional.
Mientras todo esto pasa, el presidente Petro viaja a Haití como si fuera una figura que aporta a la solución de los problemas de los países del mundo, mientras en Colombia no logra apagar el más mínimo incendio generado por sus “amigos”, con los que ha venido dialogando y haciéndoles concesiones todos los días. Definitivamente, Colombia hoy es nuevamente un estado fallido, mientras hay preocupaciones por todo lado de que lo del Catatumbo es una política binacional concertada con Venezuela y el Eln para tener el mayor corredor de control de droga de Suramérica.
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