Por: Balmore González Mira
Un amigo me invitó a un café y con su estilo único me pidió que narrara su posición sobre lo que para él ha sido una experiencia única en materia de cómo y cuándo se van los amigos. Me pidió que escribiera sobre este tema sin publicar su nombre, porque está seguro que esto le ha pasado a muchos. Trataré de ser fiel a su exposición.
Quien fue una figura pública muy conocida narró con dolor, pero sin resentimientos, lo que ha sido su paso de ser asediado por “muchísimos amigos” que le pedían citas, le llamaban telefónicamente y en su labor diaria hacía gestiones y favores a unos y a otros; cuenta que pasó luego a no contar con ninguno ellos y a que varios ni le respondan el teléfono. Muchos llegaron a unas altas dignidades gracias al empeño que él puso, y muchos de ellos jamás aparecieron en los momentos más difíciles.

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Le pregunté qué cuando creía él que se iban los “amigos”, me respondió sin dudarlo, cuando no existe gratitud y se conjuga con alguna otra de las siguientes situaciones. Primero: cuando se pierde el poder. Dice con profundo conocimiento que el poder seduce y te lleva a abrir muchísimas puertas, a relacionarte con quienes jamás hubieras sospechado. Tener el poder es como estar en una película de ciencia ficción, pero cuando este se pierde, la película te lleva a la vida real.
Hay un segundo momento después de perder el poder y es cuando se acaba el dinero. Sin poder y sin dinero los “amigos” se empiezan a disminuir sustancialmente, son dos elementos o circunstancias que te hacen muy importante para esos nutridos “amigos que antes te abrazaban con tanto amor”. Ahí también entiendes porqué suena menos el teléfono y porqué ya algunos no te responden, sin poder y sin dinero, esos “amigos” se van.
Hay otra circunstancia muy poderosa para ir reduciendo el grupo de amistades, si además de perder el poder y el dinero, y es cuando por alguna circunstancia también pierdes la libertad. En su reflexión expresa con melancólica mirada que es uno de los momentos más difíciles del ser humano, es preferible no tener ni poder ni dinero, pero tener libertad. Una cárcel es deprimente y allí sí que llegan pocos “amigos”, aunque si tienes poder y dinero, también desde una cárcel puedes conservar a muchos de ellos que llegan, cada uno, con su interés personal.
Finalizó su larga exposición con esta sentencia definitiva, los “amigos” también se pierden o se van “cuando ya no les eres útil”.
Espero haber llenado las expectativas de mi contertulio y dejar esta reflexión para el análisis interno de cada uno de mis lectores, dejando claro que en el ejercicio de columnista de opinión, muchas personas nos escriben para que contemos muchas historias y de eso nos nutrimos quienes nos atrevemos a escribir.
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