Editorial El Occidental
Tal vez muchos ciudadanos se queden tranquilos y ni siquiera reaccionen por lo sucedido en la comisión primera del Senado de la República donde han hundido por estrechas minorías el Referendo de Autonomía Fiscal que había propuesto el Gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón Cardona, con tanto juicio y esfuerzo. Este proyecto qué se manifestaba como la redención de las regiones pobres, porque además fue inspirado y apoyado desde los territorio, ha sido hundido por senadores que poco quieren el desarrollo de los entes territoriales. Esos Congresistas no merecen jamás volver a esas provinciales tierras a pedir un solo voto, pues han dado la espalda a la más clara propuesta de salida a la autonomía fiscal de los departamentos y tal vez al crecimiento de los municipios que ya no necesitarían seguir mendigando ante el gobierno central.
Definitivamente la Autonomía Fiscal y la descentralización no van a ser posibles en muchos años o tal vez décadas en un país y un sistema centralista, que cuenta con Congresistas que les encanta que todo se haga desde el presidencialismo recentralista que nos domina desde tiempos de la creación de la República. Eso sí, con algunas excepciones vividas finalizando el siglo XIX, donde hubo una Constitución política que podríamos catalogar de avanzada para la época. Luego apareció la Constitución de 1886 que nos rigió por 105 años y que siempre fue vista como el soporte del poder centralista y la cual sería supuestamente corregida por la Carta Magna de 1991, la que muchos pintaron como la panacea de todos los males de la República. La misma que ha resultado peor en el mal que la misma enfermedad.
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Lo que no sabíamos era que había aún Senadores que siguen pensando en que su poder está representado en los recursos económicos que le entreguen en Bogotá a cambio de sus votos, para poder sentirse importantes en las regiones con obras que “gestionan” en el alto gobierno que les alimenta sus egos con migajas.
Se malogró una oportunidad histórica y única de hacer que la Autonomía Fiscal de las regiones tuviera por fin soporte en la justicia presupuestal y de hacienda pública en un país que todos los días se queja por falta de recursos en sus pobres pueblos llenos de necesidades y en la existencia de un gobierno nacional derrochón, grande en burocracia e ineficiente, que nunca piensa en ahorrar para cerrar las brechas en sus regiones.
Finalmente, queda la esperanza de La Ley de competencias que ordena incrementar las transferencias dentro del Sistema General de Participaciones, que tampoco es una solución nacida en las regiones y que es un poco demorada y tibia, en nuestro concepto, si se quiere.
Extraña, por decir lo menos la posición de las dos senadoras del Centro Demócratico que se abstuvieron, pues debe ser este partido, precisamente, el que interprete la aspiración de las regiones más débiles en sus recaudos y presupuestos. Por lo tanto, estamos convencidos que
hay que seguir insistiendo en el propósito del Referendo Fiscal, para bien de lograr los fundamentos constitucionales de la verdadera descentralización, en un país que avanza con su recentralización hacia el centralismo Republicano y hacia la mendicidad de las regiones.
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