Por: Balmore González Mira
Aunque no lo queramos aceptar vivimos en unas relaciones permanentes con la sensación más tóxica de la que al parecer jamás nos vamos a despegar. Convivimos día y noche con este nuevo amor que muchas veces no nos deja ni trabajar ni dormir, nos atrae permanentemente, nos vigila y no nos da un espacio de libertad para poder hablar y conversar con otras personas.
Vivimos tan apegados a este nuevo amor, dañino y destructivo, que muchas veces dejamos de amar lo más esencial por este apego enfermizo, a través del cual a veces trabajo, me recreo, me entretengo y hasta me meto en problemas.
Es tan malo este nuevo amor que en casos conocidos y documentados, está demostrado que causa problemas sicológicos graves, a tal punto que es imposible sobrevivir sin él y que incluso ha causado, por malos hábitos, malas relaciones y hasta por asuntos de convivencia, suicidios que hoy engrosan esa temerosa estadística de pérdidas de vidas humanas.
Nos obliga a actualizarnos permanentemente sin que pongamos resistencia alguna; parecemos en competencia con todos por tener lo más moderno para satisfacernos de sus servicios, pero realmente somos nosotros los que estamos a su servicio y postrados a sus pies, como si este nuevo amor fuera el Dios de la existencia.
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Lo claro es que en este nuevo romance jamás se presenta una sola separación o divorcio, por el contrario el enamoramiento es de tal magnitud que ni notarios, ni jueces y mucho menos, tribunal eclesiástico alguno, ha recibido una sola demanda que tenga como pretensión deshacer este contrato que los ha vinculado, esta vez sí “hasta que la muerte los separe”.
No ha habido registro en la historia que diga que una pareja viva las 24 horas del día siempre juntos. Pero con este nuevo amor sí lo hacemos, de día y noche sonreímos solos, nos reímos, lloramos; pasamos de la risa al llanto y jamás lo desamparamos; lo actualizamos y recetiamos; discutimos con él pero lo necesitamos y hasta perdonamos.
Este nuevo amor causa traumas, dolores, fatigas, ansiedad, insomnio, y una de las peores como es el trastorno mental transitorio que hoy es muy frecuente y que se llama Nomofobia, que es “el miedo irracional a no tener el teléfono móvil”, o a estar sin conexión a Internet. Este trastorno genera un estado de malestar y ansiedad en la persona que se queda sin su dispositivo, provocando síntomas como nerviosismo, pánico por la batería baja o la falta de cobertura, y la preocupación por perderse información en redes sociales. Ese nuevo amor tóxico e imprescindible que todos tenemos, se llama celular.
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