Por: Juan Diego Barrera Arias
Resaltemos este estadio histórico y reto sin antecedentes. La importancia que tiene en la evolución de las sociedades y el impacto que generan grandes obras de conectividad para la interrelación no sólo económica sino también social de los territorios es una realidad palpable en Antioquia y en nuestro Occidente. El desarrollo de un país o de un departamento no sólo puede medirse en cifras e indicadores macroeconómicos, dado que al final de cuentas, el desarrollo económico debe de tener efectos sociales y humanos en las personas a la cuales impacta, ya sea de manera directa o indirecta. El gran reto del Estado y sus instituciones es adaptarse a estos impactos y conllevar a esta adaptación a las poblaciones, generando capacitaciones, gestionando nuevos polos de desarrollo, atrayendo inversión y generando un nuevo ecosistema propio para el progreso, mejora y avance con base en la nueva realidad e interacción de las grandes obras, generando de esta manera desarrollo y dignidad para las comunidades. Lo anterior fundamentado en conceptos ya conocidos de autores como Amartya Sen y Martha Nussbaum, los cuales (parafraseando sus ideas) han manifestado en sus estudios que el progreso debe medirse por las condiciones que garanticen la vida plena, dignidad, libertad justicia y participación de las personas en su entorno social; garantizando de esta manera una verdadera dignidad de la población y una integración al nuevo desenvolvimiento económico derivado de la nueva cotidianidad impactada con estos proyectos.

El punto de partida para generar la mejor amalgama y sinergia que puede continuar, luego de construías las vías 4G y 5G, es el desarrollo sostenible en lo económico, social y ambiental, ello como principal reto institucional. Ahora la tarea no es sólo permitir y generar escenarios competitivos para el crecimiento económico de los municipios que conforman el occidente, sino que debe acompañarse de verdaderas políticas públicas no sólo locales sino subregionales, políticas encaminadas a generar progreso y desarrollo social. Ligar el desarrollo de infraestructura con la dignidad es vital para determinar el crecimiento e impacto de la nueva infraestructura del Occidente, las vías 4G y 5G no sólo deben ser vías que permitan el transporte de mercancías, cargas y pasajeros, sino que deben de ser rutas de crecimiento que impactan cada habitante del Occidente y la única forma de hacerlo es entrelazar con políticas de desarrollo en cada entidad territorial. Podemos comenzar hablar de un nuevo occidente, o haciendo la alusión de los tiempos, entre un antes y un después, son estas vías un después de la historia de Occidente.
La nueva infraestructura vial del Occidente debe ser unas vías para la generación de educación, mejor acceso a servicios de salud, empleo y educación. La conectividad física debe conllevar a una profundización y expansión de los mercados locales y al resurgimiento de las economías campesinas.
Estas obras conectan al Occidente lejano, regiónmarginada con los principales centros productivos, reduciendo tiempos de desplazamiento hasta en un 30% y costos logísticos en un 20%. Por ello, las vías 4G y 5G no son únicamente un reto técnico o financiero, el cual ya se ha superado en gran medida y ya son realidad en parte del territorio, sino que además son un imperativo ético y social. Garantizar su culminación y la adaptación de políticas significa reconocer la dignidad de las comunidades impactadas, ofrecerles condiciones para prosperar y cerrar brechas históricas que han limitado su desarrollo. Cada kilómetro construido es un paso hacia una Antioquia más justa, conectada y digna.
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