Alejandro Magno: ¡Préstanos tu espada!

Por: Héctor Quintero Arredondo

A los 22 años, el macedonio ganaba méritos para obtener el título que le reconoce la humanidad: haber sido el mejor estratega de todos los tiempos.

Ya en Asia, luego de propinar un primer golpe a los persas, comenzó a mover su ejército, en forma tal que no lo entendían, ni persas, ni griegos; hoy se asegura que limpiaba lo que estaba a su espalda para poder enfrentar a Darío, el Gran Rey.

En uno de estos movimientos llegó a Gordio, la capital de Frigia, una de las puertas del Asia menor. La ciudad tenía ese nombre, porque en un tiempo, los habitantes vieron llegar un poderoso guerrero en un carro, tal como rezaba alguna profecía y entonces lo coronaron como Rey y además le dieron su nombre a la ciudad.

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El carro fue llevado a la Acrópolis y amarrado con un cáñamo, endiabladamente atado, que unía el timón y el yunque. Pronto se creó la leyenda de que quien desatara el nudo, se quedaría con Asia. Gordio debió ser muy hábil para volverse auto leyenda y a más del nudo, se inventó que la semi diosa Cibeles lo amaba y de ahí nació el Rey Midas.

Alejandro, seguro sabia del cuento, porque su madre Olimpia, había sido sacerdotisa de Dionisio, que fue adorado por Gordio.

El macedonio, a los pocos días quiso ver el nudo, que llamaban gordiano. Cuando llegó a la Acrópolis, miles de ojos lo seguían expectantes. El futuro dueño del mundo, por largo rato miró y tocó el nudo; luego desenvainó su espada y lo cortó. Entonces dijo: ya está hecho: ¡Asia es mía!

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Creo que para el 2026, vamos a necesitar la espada y un gran Congreso, este último con menos vendidos y corruptos. Algunos amigos que no son comunistas, creen que basta con esperar que el péndulo se devuelva y entregue el mando a las fuerzas libertarias. 

He dicho que no lo veo así. Quien reciba el poder, tendrá que lidiar con variados y difíciles frentes: recuperar el aparato productivo y competitivo, consagrar la autonomía territorial, reestructurar el sistema de salud, volver eficiente el sector educativo, lograr que el engranaje de vigilancia y control sea operativo, reconciliar al legislativo y al judicial con la sociedad, garantizar el orden público, introducir mecanismos que permitan que la democracia participativa ( revocatorias, referendos, plebiscitos entre otros) sea realidad y creo que me faltan muchos conceptos en el listado.

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En su camino tendrá que derrotar tecnócratas, vividores y galimatías jurídicos peores que el cáñamo de esta historia. Y si es un nuevo Alejandro, reformar el Estado, para que deje de ser, lo que define el jurista francés Frédéric Bastiat, cuando dice que “El Estado es la gran ficción en donde todo el mundo trata de vivir a expensas del resto”.

Alejandro: ya sabes cómo utilizaremos tu espada.

Necesitaremos la persona que la accione y un Congreso que brille como el cuerpo de tu espada.

¡Elijamos bien!

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