Editorial El Occidental
En esta oportunidad no nos vamos a adentrar en los elementos históricos de lo que fue este movimiento que surgió en el departamento de Antioquia hace muchos años y con el cual nacimos y crecimos muchas generaciones, tal vez sin entender lo que significaba realmente el término del propósito “Antioquia Federal en Marcha”. Para esa época estábamos regidos por la Constitución de 1886, centralista como la que más y ello motivaba los movimientos libertarios de nuestro departamento, hasta ahí se justificaba que ese anhelo se convirtiera en realidad.
Los municipios cada día más agobiados financieramente por culpa de la burocracia y lo poco que generaban en ingresos propios, el centralismo era tan grande que los gobernadores y alcaldes eran nombrados, aquel por el Presidente de turno y estos por el gobernador. Aún no existía la elección popular de mandatarios regionales. Los municipios y departamentos se acostumbraron por décadas a recibir las transferencias de la nación, que generalmente y peor que ahora, tampoco alcanzaban y que llegaban por disposición del Presidente de turno, dependiendo de los afectos hacia la región y los municipios. El presidencialismo hacía gala en su mayor esplendor.

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Para cuando llegó “la solución a todos los males” del país con la proclamación de la “sabia” Constitución de 1991, nacida, discutida y aprobada por los acuerdos y sentimientos de los diferentes partidos, movimientos e ideologías de la recién empezada generación de los 90, Colombia aplaudía a rabiar con la esperanza de encontrar en ella, de manera rápida y eficiente, la solución a los males del centralismo. Varias disposiciones constitucionales dejaron plasmada la descentralización, el fortalecimiento de las regiones y el crecimiento económico de los entes territoriales. ¡Mamola? Cómo diría uno de los presidentes constituyentes firmantes de la nueva carta magna; han pasado más de tres décadas desde la expedición de la misma y la recentralización ha hecho su agosto en todos sus órdenes.
Ahora con este “gobierno del cambio” hemos visto como el primer mandatario de los colombianos ha dejado claro que hay regiones que son destinatarias de todo su odio y retaliación con acciones propias de un emperador. Hablar de Antioquia Federal, de Colombia Autonómica, de Colombia un país de regiones, no es hablar de dejar de ser Colombianos, es hablar de que haya autonomía fiscal y administrativa, es hablar de que el faro de los entes territoriales vaya hacia la consecución, administración y distribución equitativa de los recursos públicos como lo está planteando el Referendo por la Autonomía Fiscal de las Regiones que ya llegó al Congreso para ser discutido.
Colombia requiere con urgencia darle desarrollo al articulado constitucional que aún no se estrena para que no siga pasando lo que hoy con Antioquia, con ninguna región del país, cuando sea elegido un presidente con ínfulas de monarca o que se crea un pequeño dictadorzuelo.
