Por: Héctor Quintero Arredondo
En 2024, por primera vez, llego energía al corregimiento de la Victoria en el Cesar, y Herveo en el Tolima, al fin pudo comunicarse con el mundo, vía internet.
Dos ejemplos que pueden acompañarse por miles, en todo el país, que es desigual, inequitativo, mezquino con sus regiones.
Esta sociedad, en 1991, consagró como elemento fundante de su Estado, que las regiones dentro del Estado Unitario, gozan de Autonomía. En ese entonces, la participación de las entidades territoriales (regiones), en los ingresos corrientes de la nación, era del 46.5%, de los ingresos corrientes de la Nación. De ahí, debería partirse para distribuir competencias y caminar hacia el desarrollo sostenible, que es la antesala de la Paz.
El centralismo convenció a muchos, que era necesario castrar el proceso y colocar talanqueras a la forma estatuida, para participar en los ingresos corrientes de la nación.
Y lo lograron (lo llevaron al 23.8%) ; por eso en 20 años, las regiones dejaron de recibir $388 billones, que pasaron a engrosar las arcas centralistas, en donde es tan fácil dilapidar y robar .Por eso La Victoria y Herveo y muchos más, han tenido que vivir en las tinieblas, la incomunicación, las inundaciones y sequias, las escuelas pésimas, sin carreteras, ni centros de salud, con hambre; todo ello por el pérfido centralismo.
En estos días, el congreso viene impulsando un proyecto de acto legislativo, el 18/24 senado, que, de manera tímida, quiere remover las que hoy podemos denominar talanqueras de la infamia y en 10 años, regresar al espíritu del 91.
Al tiempo ordena, que se estudie un proyecto de ley, que distribuya competencias, entre lo que llaman Nación y las Entidades Territoriales.
No existe ningún gasto nuevo, las competencias no sufren desmedro, por el contrario, de seguro, serán mejor atendidas, con mayor eficiencia.
Las rigideces creadas por el centralismo, por cierto, con la firma de algún ministro de hacienda, no se van a modificar. Eso sí: los gobernadores y los alcaldes, con sus pueblos, pasarán- de manera paulatina- de la calidad de pordioseros, a la de lideres del desarrollo en sus regiones, el gasto no lo dispondrá ningún ministro que pretenda” domesticar” el congreso y – una cosa pequeña- se abrirá el proceso para cumplir la constitución.
No es de extrañar la ofensiva de quienes manejan o usufructúan el centralismo. Salieron como los jinetes del apocalipsis y olvidaron que:
1. La ley orgánica definirá las competencias que se transfieran. A propósito, Colombia Autonómica y Quirama, hace días han estado promoviendo un proyecto que cae como anillo al dedo para el asunto. Bien haría el gobierno, en examinarlo. El ministro Cristo, que tan piloso ha estado en el tema y que hace rato sabe de su existencia, podría colocarlo entre los documentos importantes para la materia.
2. El proceso durara diez años, tiempo mas que suficiente, para ordenar la cloaca centralista, definir rutas al servicio del pueblo colombiano y no de las elites que se perpetúan en el poder, como diría Robinson, uno de los tres profesores que recibieron el premio nobel de economía.
3. Soñamos con un país que crezca y lo lograremos con nuevos liderazgos, que piensen en el bien común y no en sus promociones personales o en las arcas de sus entidades financieras.
Por eso, como dijo Córdova: ¡” Contra infantería disciplinada, ¡no hay caballería que valga”!
Ojalá que el congreso no se raje.
¡AUTONOMIA O CATASTROFE ¡