Por: Juan Diego Barrera Arias
Hace poco participe, más precisamente la semana pasada, en el Foro Organizado por la Asociación de Profesionales de Sector Minero Colombiano – APMC, sobre la extracción ilícita de minerales en el país, y esto con una mirada binacional, dado que participó el exministro de Minas Rómulo Mucho del vecino país del Perú.
No obstante, el tema principal de la cita académica era la extracción ilícita de minerales, algo se quedó en mi mente a modo de reflexión, y es la poca credibilidad, arraigo, cultura y vocación empresarial que carecemos en Colombia como también en Perú.

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No somos un país de empresas formalizadas. No vemos en la formalidad empresarial una virtud sino una desventaja, un gravamen, un impuesto, en fin, toda una cultura y arraigo mental de que crear empresa sólo genera mayores costos, dejando de lado que sólo con empresas se puede generar desarrollo, progreso y cohesión social.
Claro que este arraigo va anclado a la inexistente, precaria o falta de una actividad institucional más fuerte en las regiones, al tiempo de una burocratización extrema de los procesos de formalización empresarial que vuelven engorroso los asuntos legales para ser empresa en Colombia, pero, aun así, estas situaciones no deben ser el verdadero tema de fondo, el cual es en creer en la importancia del empresarismo como fuente y modelo de desarrollo.
El caso del Occidente antioqueño, más que de una gran preocupación es de una gran oportunidad. Según cifras de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, esta región presenta una estadística de 21.3 empresas por cada 1000 habitantes, cifra que está por encima de la media nacional que oscila en 19.3 empresas por cada 1000 habitantes, pero que no es suficiente para crear el tejido económico necesario para una región de mayor auge y crecimiento.
Las ventajas comparativas del Occidente deben ponernos en la ruta del empresarismo, dado que sólo con el empresarismo estas ventajas comparativas se convertirán en ventajas competitivas en un mercado no sólo nacional sino global. De nada nos servirá como región contemplar nuestras riquezas ecológicas, biodiversas, de turismo, de producción agrícola, de potencial geológico sino hacemos que estas potencialidades puedan darse con un mayor valor y competencia en mercado.
El reto es ser conscientes que, así como la familia es a la sociedad, la empresa es al Estado. La dupla Estado-empresa será la únicaque permitirá transformar las realidades y potenciar nuestras riquezas, de lo contrario seguiremos siendo una región de grandes riquezas, pero al tiempo de grandes desigualdades y carencias económicas.
El mundo a demostrado que los países con más desarrollo son los países con mayor número de empresas, así que ese debe ser el ejemplo para construir la ruta de la mejor esquina de América; el Occidente tiene los atributos otorgados por su territorio para ser una tierra de empuje y desarrollo; y es el empresarismo el que debemos fomentar, y sólo este tendrá la capacidad para generar más riqueza sobre nuestra riqueza, al tiempo de retribuirnos trabajo digno, formalidad, crecimiento, disminución de las brechas sociales y la tan necesaria cohesión social para la construcción de la paz.
