Por: Balmore González Mira
Paradójicamente alguien que quería atacar el libre mercado y la libre competencia dentro de las sanas reglas de la democracia de un país gobernado por el Centro o la Derecha y obviamente un estado de derecho, es decir, donde las normas se respeten y la independencia de poderes públicos también, me decía que en Colombia había que acabar con los empresarios que se llenaban de plata a costa de la salud, de la educación, de la construcción de viviendas de interés social y del manejo de los fondos de pensiones y que por lo tanto eso se tenía que acabar para que el país fuera para las clases menos favorecidas.
Esbozaba además que la brecha social era producto de que el estado le había entregado estos ítems y otros, como las concesiones de las vías, a los capitales privados y que eso lo único que había logrado era que los ricos todos los días fueran más ricos y los pobres más pobres.
Lea también: GOBERNADOR ANUNCIA IMPORTANTES AVANCES EN CONECTIVIDAD ENTRE ANTIOQUIA Y CALDAS
Mi respuesta que fue mal recibida por el interlocutor que rabiosamente me increpó, fue que en efecto lo que necesitabamos todos los días eran más capital de inversión hacia todos los renglones de la economía donde el estado era incapaz de llegar y que dónde el estado es eficiente también se podrían hacer Alianzas Público Privadas que hagan más fáciles las soluciones y los proyectos se ejecuten en menor tiempo para que haya mayor desarrollo. Soportado siempre sobre la base de que haya seguridad, tanto territorial como jurídica para ello.
Continué diciéndole que hoy, precisamente cuando van dos años y medio de un gobierno de izquierda en el país, era donde podría demostrarse que el modelo que venía, con algunos inconvenientes y necesidad de ajustes, era el exitoso y que lo construido durante tres décadas lo estaban implosionando en dos años.
Sus argumentos marxistas acudían a qué no era posible la acumulación de capital por parte de unos pocos y que los trabajadores jamás pudieran llegar a ser ricos.
Empecé a explicar cada una de las razones para justificar mi afirmación a lo que de manera inexplicable mi contertulio terminó la reunión con un insultante y descalificador “uribistas arrodillados”. Me permitiré entonces, respetuosamente, explicar a mis pacientes lectores, lo que no pude a mi letrado paisano.
Los empresarios de la salud, las EPS, mantuvieron durante 30 años un sistema de salud, que con errores y con ajustes que eran necesarios, dentro de los mejores del mundo, calificado así por muchos observadores independientes. Hoy el sistema está en cuidados intensivos, empezando por los maestros y otros que funcionaban bien, están en su peor momento.
En educación está sucediendo la peor crisis desde la creación del Icetex, los jóvenes estudiantes no podrán pagar sus creditos y las universidades privadas verán como se vacían sus aulas y las públicas que están en difíciles situaciones económicos no podrán recibir a los miles de desertores que frustrados verán derrumbarse sus sueños.
La construcción de vivienda de interés social está paralizada y los deseos de tener casa propia por los proyectos del gobierno nacional están perdiendo las esperanzas.
Las pensiones peligran para quienes hayan cotizado poco y para las nuevas generaciones esa será solo una historia que le contarán sus abuelos y bisabuelos.
Las concesiones viales que dan desarrollo al país a través de las vías 4G están hoy, paralizadas unas, a media marcha otras y en peligro de no hacerse algunas más, porque el gobierno nacional ha incumplido.
Y de la seguridad ni hablar. Su significado para este gobierno es caos y conmoción.
