¡MISERABLES!

Editorial El Occidental

Nos podrán decir incendiarios por el titular de este editorial, pero es solo la reacción de millones de colombianos que gritamos con rabia, con dolor, desesperanza y desesperación el pasado sábado 7 de junio ante el atentado contra la nueva figura jóven y revelación de la política en Colombia, el Senador Miguel Uribe Turbay. Ese grito aún permanece en las gargantas y corazones de los buenos. Ese grito se ha extendido a los buenos en todo el mundo.

Miguel Uribe nació en 1986 cuatro años después de que su abuelo materno Julio César Turbay Ayala (1978-1982)  terminara su excelente gobierno, destacando que en seguridad entregó a toda la cúpula de los narcoguerrilleros en prisión, los mismos que fueron liberados por Belisario Betancur (1982-1986) con el mal llamado gobierno de la paloma de la paz, que sembró la oportunidad de que estos salieran de las cárceles en unos procesos de paz que solo sirvieron para que se rearmaran y volvieran a sus andanzas criminales y terroristas que perduran hasta hoy.

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La corta vida de Miguel Uribe está marcada por un sino trágico que lo dejó sin su Madre Diana Turbay a los 5 años de edad por unos bandidos narcotraficantes que la secuestraron por orden de un monstruo llamado Pablo Escobar.  Este acontecimiento histórico muestra como la seguridad, ese bien preciado de la humanidad, ha estado presente en la vida del precandidato del Centro Demócratico; su Madre muere en manos de terroristas y cuando Miguel Uribe expresa su voluntad de ser precandidato para ser presidente de los colombianos, asume la campaña con el lema “Vuelve la Seguridad”,  lo hace con un gran respeto pero con contundencia, con propuestas sólidas para derrotar a los bandidos que hoy están beneficiados de las políticas del actual gobierno nacional; sin resentimiento por lo ocurrido, pero con la seguridad de quien vivió la orfandad por culpa de los criminales y que sabe que ningún niño más en Colombia tiene que crecer huérfano porque los canallas le han quitado la vida a sus padres.

Los eventos que venía haciendo el precandidato más opcionado del Centro Demócratico empezaban a asustar a quienes hoy detentan el poder y a quienes están del lado de la ilegalidad; esa figura fresca, jóven y estructurada de Miguel Uribe, su imagen misma de hombre bueno y de ciudadano probo, de servidor público sin mácula, lo hacían ya en la grandes ligas para competir primero en su partido y luego poder allanar el camino de una victoria de la Centro Derecha en el país.

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Su aparición en la política como representante de un partido que como el Centro Demócratico es hoy el de mayor credibilidad en Colombia lo hacían una amenaza para quienes hacen la guerra en el campo pero elaboran discursos de paz con unas narrativas que solo engañan a los incautos de la ignorancia, desde las tarimas pagadas, curules y escritorios, y que en las plazas publicas gritan arengas de odio contra todo el que no comulgue con sus ideas.

Canallas criminales quienes ordenaron este atentado, terroristas del verbo y de las balas reales quienes fueron capaces de hacerlo y quienes son capaces de justificarlo con excusas y mensajes ambiguos; cualquier expresión de tolerancia contra ellos no cabe. Desde aquí condenamos con vehemencia, con dolor y con rabia cualquier atentado contra la gente buena, contra Miguel, contra nuestros policías y soldados a quienes los han puesto en riesgo.

Elevamos las súplicas al Creador, las mismas de los millones de colombianos buenos para que Miguel se recupere, para que vuelva al ruedo y salve a Colombia del horror y del terror que estamos viviendo.

¡Marchemos todos en silencio por la Salud y Vida de Miguel, paren ya asesinos de la vida, de la paz y de la democracia!

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