Por: Balmore González Mira.
Hace 30 años estábamos empezando en Colombia a hablar de la guerra del agua, lo cual no es exagerado titular así de crudo y de realista. Algunos lamentos por falta de acueductos a las comunidades, otros por obras gigantes mal planificadas que secaban el agua, se fueron acentuando y del mito pasamos a la realidad. Ya no era solo la Guajira quien padecía la sequía, sino vastos territorios de la segunda nación más biodiversa y rica en aguas del planeta.
La migración por falta de agua dejó de ser un cuento de los desiertos, nos enteramos que en algunos municipios muchas personas se tenían que desplazar horas para conseguir el preciado líquido, algunos se quedaron en esos lugares, otros partieron en busca del lugar donde pudieran sobrevivir sin ausencia del vital líquido.
En la década anterior, varios municipios conocidos y cercanos solo tenían agua por pocas horas del día en época de invierno y en verano era la sequía, el mismo infierno si se quería. Hoy varios de ellos, de manera oportuna, han construido los acueductos necesarios para satisfacer la demanda de los habitantes y poder garantizar una vida digna a la comunidad. Las comunidades sin agua jamás tendrán una vida digna.
Muchos gobernantes se dedicaron y se dedican al cemento y otros con mayor conciencia colectiva piensan en las futuras generaciones y han cultivado de manera responsable el agua para sus comunidades, lo que va desde la compra de los terrenos donde están los nacimientos y la creación de zonas de conservación, hasta la construcción de unas suficientes infraestructuras de captación, almacenamiento, conducción y distribución de este líquido, el cual se entrega de manera potable, hasta el fortalecimiento de las empresas públicas municipales de servicios públicos que hagan su tarea de manera correcta y responsable frente a los administrados. Los programas de uso y ahorro eficiente del agua ayudan mucho en esta tarea.
La reflexión es pertinente en época del fenómeno del niño, pero la creemos oportuna en cualquier horario, por estas calendas se acentúa más la problemática y hemos conocido casos de agresiones por culpa de la insuficiencia de agua en los acueductos veredales o comunitarios para lograr llegar hasta algunas propiedades, las cuales van desde la amenaza verbal y física, pasando por lesiones personales y homicidios por disputas que no deberían ocurrir.
Seguimos comparando el valor astronómico del petróleo frente al del agua y, por increíble que parezca, es más costosa esta cuando se entrega en botellitas que el famoso combustible que mueve la industria del mundo.