Informe especial
Nos atrevemos a entregar este como un análisis de los fenómenos electorales de la región, luego de dar un recorrido por la campaña que acaba de terminar en el país más poderoso del mundo y dónde el radical Donald Trump obtiene un triunfo categórico y contundente sobre su rival Kamala Harris.
En un ejercicio rápido con análisis sobre los sucedido en tres países del continente americano, de sur a centro y de centro a Norteamérica, podemos encontrar los ejemplos que escenifican el título de este análisis, con algunos rasgos característicos y otros completamente diferentes. Al final tomamos unos referentes en el contexto nacional para dejar a los lectores elementos de discusión, en el entendido que sobre estos temas las interpretaciones siempre serán diferentes y necesarias.
Un vistazo al sur del continente
El primero tiene que ver con Javier Milei en Argentina, en un país económicamente destrozado por los presidentes de partidos de izquierda que lo venían gobernando; este economista plantea la ruptura total con los esquemas de subsidios que tenían sumido a la nación austral en una debacle improductiva e instala un discurso que hoy lleva a la política pública de la absoluta libertad económica y empresarial. Con ese discurso fuerte contra el estamento se convirtió en la esperanza de un pueblo que pasó de ser potencia a estar en los más bajos renglones de la economía mundial. Lo aconsejaron algunos asesores de que moderara su discurso, más lo arreciaba y más radical se volvía. A eso el pueblo argentino le llamó coherencia con necesidad de cambio y lo eligió Presidente de la República. Hoy ha reducido el tamaño del estado, pasó de 25 a 8 ministerios; ahorro y austeridad, le están dando como resultado, mayor atención a lo fundamental en toda la nación y ha comenzado la reconstrucción de una Argentina empobrecida. Un discurso coherente y radical que triunfó.
El Salvador de El Salvador
Nayib Bukele Presidente de El Salvador, si bien es cierto se eligió la primera vez con un discurso de millennials, tomó como bandera la seguridad para recuperar la inversión, la derrota de la corrupción y la austeridad en el gasto público. Comenzó su tarea con un pensamiento de centro derecha que rápidamente se fue a la derecha y con la bandera de la seguridad y la resurrección económica del pueblo salvadoreño, lo ha llevado a ser el más seguro del continente. Su discurso fuerte y radical para la reelección no fue amilanado por las denuncias de una supuesta violación de los derechos humanos de los criminales presos, siempre preguntó: ¿Y los defensores de los derechos humanos de la gente buena dónde están? Arreció en las urnas y ha comenzado su segundo mandato con toda la favorabilidad de un pueblo que lo ve como su Salvador. Le ha quitado todos los beneficios de vehículos, conductores, gasolina y esquemas de seguridad a los diputados de su país, luego de rebajar el número de curules, con ahorros multimillonarios que invierte en más seguridad e infraestructura para beneficio de las comunidades.
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Estados Unidos, un caso para estudiar
Decían los analistas mundiales y los estudiosos especialistas del marketing político que Trump encarnaba todo lo contrario. El anticandidato, sin buena imagen, sin buenas propuestas, sin empatía con la gente, ese era Trump. Salidas absurdas, duro y radical en temas como los migrantes que se suponía todos votarían en contra suya, antiabortista, anti exceso en derechos de drogas y otras libertades; defensor de las armas para la defensa de los ciudadanos, sumado al tema de ser negacionista en materia ambiental, más su avanzada edad, lo hacian el candidato perfecto para ser derrotado fácilmente por una figura fresca y exitosa como Kamala Harris. Trump siempre fue coherente, Kamala cambió algunas de sus posiciones durante su corta campaña, especialmente en temas de migración y aborto, para agradar a un sector de los votantes.
La coherencia radical de Trump, con fundamento en la seguridad y la economía, muy radical, triunfó.
En Colombia, de la Coherencia a la incoherencia
Un caso histórico nos plantea en Colombia dos ejemplos que muestran como la coherencia funciona en materia electoral, se evidencian en las vidas públicas de Álvaro Uribe Vélez y César Gaviria. Uribe siempre ha basado su ideología y gobiernos en la seguridad democrática, la confianza inversionista, la cohesión social, la austeridad en el estado y el diálogo popular. Desde ahí ha gobernado y ha hecho oposición, le pedían que le bajara, como candidato, su ataque contra las Farc y más arreciaba contra esos terroristas. Por el contrario César Gaviria ha saltado de bando en bando y unas veces por conveniencia y otras por burocracia ha dejado claro que la ideología no le importa, lo que muchos consideran ha llevado a la disminución de las mayorías que una vez tuvo el partido Liberal colombiano.
Finalmente, Petro soportaría dos análisis, su coherencia como Senador, investigativo y denunciante de los temas del paramilitarismo y la corrupción, entre más lo amenazaban más denunciaba; gran opositor con un discurso bien formado; y ahora como presidente con una postura y actitud completamente diferentes al discurso que manejó durante 30 años, fue exitoso. Como presidente ha sido pendenciero e insultante, la seguridad le importa un carajo, la corrupción de alguna gente de su gobierno parece importarle un comino, y la fracasada paz total es solo el reflejo de un gobierno que no sabe de dónde viene, dónde está, ni para donde va. Su incoherencia hoy lo ha llevado a los más bajos índices de aprobación de un mandatario nacional en esta etapa de su gobierno.
Ahora que comienzan las campañas presidenciales en Colombia, valdría la pena analizar los discursos de los candidatos a lo largo de sus ejercicios políticos públicos, leer a los oportunistas o del momento y releer a los coherentes, porque realmente existen.