Por: Félix Alfazar González Mira
El fin de semana pasado tuvo ocurrencia en la Ciudad de Santa Fé de Antioquia, con el apoyo entusiasta y decidido de su alcalde Yamid Carvajal y la siempre dispuesta generosidad de Don Alonso Monsalve en su hotel Mariscal Robledo, el sexto Encuentro de Centros de Historia de Occidente del departamento. Con buen juicio la Academia Antioqueña de Historia ha venido impulsando la creación de éstas instituciones en las localidades y estimulado reuniones zonales para repasar la historia dentro de los municipios y las regiones. Nos acompañó igualmente La Academia Colombiana de Historia.
Estimulante observar como empiezan a surgir de manera silvestre en nuestros territorios personas del común y organizaciones que, con dedicación y entrega, le hacen un gran aporte al colectivo sobre asuntos que explican nuestro talente e idiosincrasia paisa. Bien útiles éstos esfuerzos que contribuirán de manera superior, a enriquecer la cátedra de Antioqueñidad que ha propuesto el gobernador Andrés Julián Rendón y aprobada por la Asamblea departamental. Servirá de insumo a los profesores y aficionados a éstos temas para que las tertulias y conversaciones de calle sean más enriquecedoras y contribuyan con eficacia a la construcción de ciudadanía en nuestras localidades. Aprendemos a apreciar más lo que tenemos en la medida que conozcamos más de dónde venimos.

La temática propuesta para el evento debía versar sobre la historia de la minería del oro y la construcción de caminos en esa zona esquinera de nuestro departamento.
Conferencias fabulosas sobre los caminos en Occidente y Uraba fueron tratadas con rigurosidad histórica, al igual que la minería de oro desarrollada por extranjeros que venían de Inglaterra, Alemania, Trinidad y Tobago, Estados Unidos y otros países, dejando episodios y parte de su cultura en algunas prácticas productivas y cotidianas de las comunidades donde fueron asentados. Hoy continuamos teniendo ciudadanos extranjeros de la República China en las minas de Buriticá. Antioquia sigue siendo también oro. Con 46 toneladas producidas en 2024 representando el 70% de las exportaciones, es el primer productor del mineral en Colombia.
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Saber que las minas de Frontino hayan servido de soporte a los ingleses en la adquisición del primer empréstito que hizo la naciente República durante el encargo de Santander, que dichas minas, hacia la mitad del siglo XIX hayan sido tan productivas como lo fueron las del Zancudo en Titiribí, que impulsaron la industrialización de Antioquia. Que el ingeniero inglés, Juan H White y parte de su familia, haya sido contactado por Tomás Cipriano de Mosquera en Nueva York para ayudar en los caminos, ríos y minería en nuestra nación en formación. A fundar y trazar pueblos como Dabeiba y Mutatá; a trazar calles como en Medellín. Coincidiendo con la llegada del ingeniero cubano, Francisco Javier Cisneros, sobre ferrocarriles que contrató Pedro Justo Berrío y con la presencia en el ambiente de mentes aventajadas como la del ingeniero José María Villa y todo esa pléyade de acontecimientos sucedidos durante la vigencia del Estado Soberano de Antioquia que, con poder de decisión política y recursos fiscales transformaron nuestra comarca. Claro, administraban la mitad de las rentas estatales entre los estados y los municipios. Hoy el 86% de las rentas del estado las maneja la nación y solamente el 14% lo administran los entes territoriales. Centralismo puro y duro que explica la situación de las obras importantes de Antioquia que están demandando imaginación financiera por parte de los señores gobernador y alcalde de Medellín; a fin de no dejarlas convertidas en elefantes blancos inservibles. Y por supuesto, el asunto de la seguridad.
Saber todo eso y muchos más asuntos históricos de nuestra Antioquia durante ese período; nos anima y alienta a seguir insistiendo, con bríos renovados sobre la urgencia de desplazar el poder político y fiscal hacia las regiones.
Volvamos a Occidente y Uraba diciendo que en la búsqueda incesante del ingeniero inglés de un camino hacia el mar logró vencer lo abrupto de las montañas y cañones inhóspitos estableciendo el camino de La Cerrazón (de Occidente) por donde finalmente sería la comunicación con los ubérrimos territorios del Darien; con el convencimiento y razón lapidaria: “A Antioquia está confiado el territorio de más porvenir en la República, codiciado por el extranjero, y su deber es colonizarlo y preservarlo”.
Fernando Gómez Martínez en 1962 resaltaba la tarea inmensa del buscador de caminos , “Si la geografia llevara apellidos, Uraba sería White y White serían Dabeiba, Frontino y Urrao, las minas que oculta este suelo, las lomas que verdean al linde del horizonte y los rios que se arrastran torrentosos y plácidos hacia el Atrato y el Golfo.”
Sobre las huellas del camino de Occidente se construyó una carretera y se abrió el horizonte de un mar de oportunidades para el Occidente, Urabá, Antioquia y Colombia. Con mayores veras cuando nos va a acercar al mundo con el sistema portuario que empieza a prestar servicios prontamente.
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