Por: Balmore González Mira
Respetado Senador
Hace un mes largo, esa fatídica y oscura tarde del sábado 7 de junio, vimos estremecidos, horrorizados y con dolor en el alma, como las balas asesinas disparadas por el odio y la sinrazón llegaban a su cuerpo con todo el malvado deseo de acabar con su vida. Pero más allá, acabar con una esperanza de la Nación.
Colombia entera se conmovió y millones de personas en el mundo condenamos este vil atentado contra su integridad.
Se vinieron a nuestras mentes los días anteriores cuando con su amabilidad y disposición nos exponías con lujo de detalles tus propuestas como precandidato presidencial. Como respondías a todos los interrogantes del manejo del Estado con una facilidad y capacidad solo albergadas en una mente brillante.

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El dolor nos ha mantenido unidos en una causa que no ha tenido pausa, hemos recordado minuto a minuto su figura fresca, su propuesta seria, sus posiciones contundentes, su trato respetuoso pero vehemente. La esperanza nos mantiene vivos ante los discursos de odio que generaron este vil atentado.
Aquí el dolor no es solo de su familia, de su padre, de su hermana, de su esposa y el pequeño Alejandro, de las niñas; no Senador, aquí el dolor que han causado los sicarios materiales y los intelectuales es de millones de seres humanos en Colombia y el mundo. Quienes deseamos que a la patria regrese el orden, la democracia, la seguridad y sobre todo la responsabilidad del gobernante, lo seguimos esperando.
Tal vez a los sicarios morales no les duela este acto criminal, lo están celebrando, tal vez no sientan el frío que sentimos quienes lo admiramos, el frío que se convirtió en soledad, porque hoy nos sentimos huérfanos; una orfandad de soledad, porque no habrá quien llene el vacío físico, intelectual e ideológico que ha dejado esta ausencia, en la que seguimos pidiendo a Dios que se resuelva pronto, que puedas volver para el consuelo de unas mayorías en el país que te vimos como la única alternativa para salvar a la República del horrendo y oscuro momento que está viviendo.
Senador Uribe, lo seguimos esperando, ¡Fuerza Miguel!
Con sentimientos de admiración y respeto.
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