Por: Mauro Valbuena Ch.
Generalmente procuro reunirme con mis padres y mis hermanas los días domingo para compartir en familia, hacer un balance de la semana y contar historias; algunas tristes, otras muy felices y la mayoría cargadas de mucho humor, porque hemos aprendido a reírnos de nuestros triunfos, pero también de nuestras tragedias. Hoy les contaré como una señora llamada Luz, talonarios de boletas y anillos de oro, pudieron alcanzar el sueño de tener vivienda propia en nuestra familia.
Mi madre siempre tuvo un refrán: “tener casa no es riqueza, pero no tenerla es pobreza”. De ahí sus esfuerzos por asegurar tener una vivienda digna y propia en un Municipio del valle de Aburrá que años atrás se hacia llamar, la ciudad señorial.
Cuenta mamá que pese a su gran convicción por asegurar ese sueño y las voluntades políticas del Municipio para que las familias accedieran a tener vivienda propia, (la escucho mucho mencionar algo que denomina el subsidio del INURBE) no se contaba ni con ahorros programados destinados a vivienda, cesantías inmovilizadas, mucho menos liquidez económica, ni varios de los criterios que en la actualidad cobran relevancia como requisitos para asegurar el acceso a vivienda, es decir, no existía una planeación para llegar a esa meta.
De mi madre y sus historias, creo que he introyectado mi filosofía de ser posibilista y hacer que las cosas pasen, sin importar lo retador que sea y para cumplir el sueño de tener casa propia, ella hizo que sucediera:
10 anillos de oro, 10 talonarios, 10 meses y más de mil personas de buen corazón fueron más que suficiente para que la señora de las boletas, como fue bautizada mi madre, recorriera casa a casa, puerta a puerta, los barrios de su Municipio, con documentación en mano, justificando que su venta de boletas tenía un propósito; asegurar la cuota inicial de su compra de vivienda de interés social.
Nos reímos cuando recuerda que la gente se escondía cuando la veía, nos carcajeamos cuando cuenta las anécdotas de su profesión como “boletera” y la cara de susto en los rostros de los vecinos que la veían acercarse, se nos dilata la pupila recordando a esos clientes fieles que mes a mes compraban la boleta por solidaridad y se nos hace un nudo en la garganta de la emoción al recordar que mi madre pudo lograr su cometido y hoy tener la satisfacción de narrar esta historia.
Hoy, estando en occidente desde otro rol, pero también como posibilitador para cumplir sueños de tener vivienda, me emociona pensar que hago parte de las historias de familias que, como mi madre, hacen lo que sea necesario para lograr su objetivo. En este instante evoco con sensación de melancolía, esa que tiene sabor a victoria, lo que desde Comfenalco Antioquia hemos podido asegurar en este ámbito y que me pone el corazón contento:
- Valles del tesoro, un proyecto desarrollado mediante convenio de asociación con el municipio de Peque, diseñado mediante una unidad abierta, distribuida en 4 torres cada una de 5 pisos, 4 aptos por piso, para un total de 80 viviendas con un área construida de aproximadamente 45m2. Para el desarrollo y construcción de este, se ha tenido una inversión total a la fecha por 4.196 millones de pesos, con una inversión por 867 millones aproximadamente durante la ejecución del 2023.
- Para el 2023 Comfenalco Antioquia destinó en todo el Departamento la cifra de $28.364 millones de pesos en subsidios de vivienda, impactando alrededor de 881 familias.
- Para el caso de occidente, se destinaron $1821 millones de pesos, destinado el 88% para vivienda nueva, 8% en construcción en sitio propio rural, 2% en construcción en sitio propio urbano y 2% en mejoramiento urbano.
Así como mi madre, deseo que se multipliquen muchas más señoras y señores “de las boletas”, que más allá de su modalidad de recolección de dinero y con el acompañamiento de entidades como Comfenalco Antioquia, puedan hacer que las cosas sucedan y cumplan el sueño de tener una vivienda digna y propia.
Contar historias, siempre será una manera bonita de estar cerca al corazón de la gente en occidente.
