TRANSFORMACIÓN Y DESAFÍOS TURÍSTICOS DEL OCCIDENTE ANTIOQUEÑO

Por: Félix Alfazar González Mira

El foro organizado por la Cámara de Comercio de Occidente en Santa Fe de Antioquia, denominado “Alojamientos turísticos, retos y oportunidades” trajo a colación el famoso verso de Ramón de Campoamor: «En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira».

Este evento, enriquecido por cinco expertas presentaciones desde diferentes áreas del sector turístico, inició con un estudio de Comfama sobre la caracterización turística de siete municipios del occidente antioqueño (Liborina, Olaya, Sopetrán, San Jerónimo, Ebéjico, Santa Fe de Antioquia y Cañasgordas), reveló tanto los avances logrados en esta área como las nuevas exigencias del sector.

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Según Antioquia Emergente, la proyección del Puerto Antioquia impulsará dinámicas económicas innovadoras, destacando las Neoindustrias, que incluyen la producción de alto valor para nichos especializados, las industrias creativas, la producción audiovisual y la economía del turismo. Estas nuevas actividades económicas están transformando la región, mostrando la capacidad de sus agentes económicos para adaptarse a las demandas actuales.

La articulación efectiva de estos actores es clave para ofrecer servicios turísticos que respondan a las expectativas y necesidades de los viajeros modernos, posicionando a la región como un destino atractivo y competitivo.

Representantes de los diversos municipios, junto con la alcaldesa de Sopetrán y el alcalde de Santa Fe de Antioquia, participaron activamente discutiendo sobre las actuales dinámicas de la región y cómo sus actores económicos se están adaptando a las nuevas demandas del turismo.

La afluencia de turistas a la región antioquena, visitantes nacionales sigue en aumento, al igual que la de extranjeros, especialmente de Norteamérica, Centroamérica, el Caribe, Ecuador, Perú y Europa, quienes buscan experiencias únicas que los alejen de su rutina diaria y les brinden placeres exóticos, espirituales y no menos materiales, disfrutando de la riqueza gastronómica, histórica, cultural y natural de la región, que incluye montañas, cascadas, aves, bosques, el mejor café del mundo, panela artesanal, gastronomía local autóctona y diversa, termales, santuarios de la única Santa Colombiana, caminos históricos, orquídeas, productos como la candela y demás licores artesanales y joyas producidas desde el oro en la veta hasta la filigrana más elaborada. Ofertas que todos los municipios de Occidente poseen de manera natural y que pueden resultar paisaje para los lugareños, pero que son un portento para los citadinos del país y del mundo.

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Don Alonso Monsalve Gómez, gerente del hotel Mariscal Robledo establecido en Santa Fe de Antioquia, experto conocedor y reconocida autoridad del sector turístico mundial, destacó la importancia de esta actividad, siempre procurando que la actividad turística no perturbe la vida de los habitantes locales, ni impacte negativamente con daños en los territorios. Subrayó que el objetivo principal no debe ser solo el lucro económico de los propietarios, sino asegurar que la gente de la región y empleados vivan bien, tengan empleo, ingresos y, sobre todo, felicidad. Citando nuevamente a Campoamor, comparó la actividad turística con un cristal multicolor que ofrece múltiples perspectivas, y cerró con un poema de Mario Benedetti: “Mi estrategia es que un día cualquiera no sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesite” exhortándonos a continuar promoviendo nuestra cultura e historia para hacerla universal. Nos animaba a continuar en la búsqueda incansable de exponer al mundo entero la vasta riqueza de bienes patrimoniales coloniales, de nuestra cultura e historia.

Era una invitación a resaltar y compartir nuestras tradiciones, costumbres y patrimonio, para que cada rincón sea conocido y apreciado globalmente. Este esfuerzo no solo busca atraer a más visitantes, sino también lograr que nuestra herencia patrimonial y cultural sea reconocida y valorada universalmente. Su mensaje nos recordaba que algún día, en un futuro no muy lejano, el mundo entero podría darse cuenta de la necesidad de nuestra cultura e historia, reconociéndolas como un tesoro indispensable para la humanidad, elevándolas así a una dimensión verdaderamente global.

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