Editorial El Occidental
No nos cansaremos de decir con suficientes razones que la región que más desarrollo tiene y tendrá en un mediano plazo en el departamento es la de la maravillosa Urabá; desarrollo que arrastrará en proximidad a otras regiones como el Occidente y el Suroeste antioqueños hacia el sur y el departamento de Córdoba hacia el norte, pero en esencia a toda Antioquia y Colombia por efectos económicos en las cadenas de abastecimiento y los mercados nacionales e internacionales en materia de importación y exportación, generando la mayor internacionalización y Competitividad del territorio nacional en la historia reciente del país.
Lamentable, por decir lo menos, que lo que se ha vuelto costumbre en varios lugares de Colombia vaya tomando arraigo en las vías de esta región, afectando, como ya lo dijimos, la movilidad de la ciudadanía, los ingresos de los asalariados conductores del transporte de carga y pasajeros; afectando en grado sumo la economía de los transportadores, aplazando citas esenciales en centros medicos para salvar la vida de miles de enfermos. Encareciendo la canasta familiar por el desabastecimiento de productos que diariamente entran a toda la zona; perjudicando a los campesinos porque no pueden sacar y vender sus productos.

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Este bloqueo infame e innecesario no puede despertar la solidaridad de nadie diferente a una comunidad indígena que muchas veces, como lo hemos verificado en campo, son obligados a salir a los bloqueos de vías por sus dirigentes, quienes son finalmente los que llegan a negociar prebendas que en nada benefician a sus comunidades.
¿Son estas acciones patrocinadas por el actual gobierno nacional, como aseguran algunos? ¿Es verdad que la fuerza pública no los puede retirar en ningún momento porque tienen orden presidencial de no hacerlo? ¿No es precisamente el gobierno nacional quien tiene la potestad y la obligación constitucional de garantizar la movilidad en todo el territorio nacional? ¿No es acaso el transporte público un servicio esencial? ¿Quien pagará las pérdidas, los daños y perjuicios de miles de ciudadanos que padecen hoy los bloqueos de unas minorías indígenas? ¿Dónde está el respeto de los derechos humanos de las mayorías? ¿Por qué se vulneran los derechos de pasajeros, los enfermos, los niños, mujeres, adultos mayores; el derecho a la salud y hasta el derecho a la vida y nada pasa?
Alguien tiene que responder por lo que pasa con estas acciones ilegales repetidas, ilegales porque los bloqueos son ilegales; cosa distinta es el derecho a la protesta, el cual respetamos, respaldamos y hasta aplaudimos cuando se hace ajustado a la ley, sin actos de vandalismo, de manera pacífica y sin atentar ni dañar los bienes públicos o causar perjuicios a la comunidad.
Es hora igualmente de exigirle a los “defensores de derechos humanos” internacionales, incluidos los de la ONU y demás estamentos mundiales, que digan con claridad que aquí también se le violan los derechos humanos diariamente a la mayoría de la sociedad trabajadora y honesta; porque la verdad, Urabá no soporta más bloqueos ilegales.
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