Por: Hector Quintero Arredondo
Difícil pero necesario, escribir cuando Miguel Uribe, se debate entre la vida y la muerte, como fruto de balas disparadas por asesinos, como antaño – otro Uribe- el doctor y general sufrió un atentado mortal en las propias gradas del capitolio.
Este no es un asunto de policía, que pueda arreglarse en la inspección de la esquina.
Algunos creen que todo se arregla si se baja el tono de la voz. Conmigo no es el cuento, entre otras cosas porque yo nunca la subí, aunque siempre he sido afirmativo y claro.
Nunca he pensado en atentar contra la vida de un contrario; con paciencia he aceptado las derrotas y con prudencia he participado de la victoria.
Conozco el lenguaje de los violentos y los encaro con la tranquilidad que emana de la argumentación sólida.
Para restablecer la convivencia social no vacilé, cuando me correspondió, colocar mecanismos de fuerza al servicio de productos que sirvieran al desarrollo sostenible, pero nunca comí cuento para creerle a los timadores de los acuerdos sociales que no vacilan en mancillar la paz.
Creo desde mis días en la UPB, que el acuerdo entre el capital y el trabajo es la gran formula de la economía y de la vida social, tal como lo planteó León XIII, por eso abomino de los corifeos de la lucha de clases y también de la explotación de los especuladores; adoro la creación de la riqueza sana y siento aversión por los que la dilapidan.
Creo que una democracia sólida solo se construye con una excelente educación, el desarrollo sostenible, la vocación por el trabajo, el funcionamiento adecuado de la institucionalidad y la participación ciudadana.
Pero tener carácter y bando, no me impide participar en la búsqueda de conciertos; estoy listo para ello, pero espero que esta vez no se engañe con tergiversaciones de la historia, se pacte con la ingenuidad de otras ocasiones y se pongan sobre la mesa los problemas que se soslayan: fracaso de las acciones represivas contra el narcotráfico, la minería no convencional y el poder de las bandas. Así de claro.
Creo absolutamente necesario extirpar la corrupción y el atraso en el desarrollo sostenible y estoy convencido de que con el presidencialismo a ultranza y el centralismo anacrónico nada se puede lograr. Por ello abogo por la autonomía territorial y la modernización de la estructura del poder.
¡Así de claro!
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