BUCARAM Y PETRO, PRESIDENTES INOLVIDABLES

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Por: Balmore González Mira

La vida pública del Abogado y ex Presidente de Ecuador Abdalá Bucaram comenzó en 1979, al ser nombrado intendente de la policía de Guayaquil durante el Gobierno de Jaime Roldós, su cuñado. Tras la muerte de Roldós, fundó el Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE), evocando la imagen del expresidente. Fue electo alcalde de Guayaquil en 1984, permaneciendo en el cargo poco más de un año, cuando dejó el cargo, exiliándose en Panamá, al ser condenado por injuria a las Fuerzas Armadas. Fue amnistiado por el parlamento, por lo que retornó al país, participando en las elecciones presidenciales de 1988, obteniendo el segundo lugar. Meses después, retornó a Panamá, al ser requerido nuevamente por la justicia ecuatoriana, regresando en 1990, al ser sobreseído. En 1992, volvió a participar en los comicios presidenciales, quedándo en el tercer puesto. Fue finalmente elegido presidente en su tercer intento, al vencer en las elecciones de 1996.

Su gobierno duró apenas seis meses, puesto que se ganó el repudio popular debido a su bochornosa conducta,  los múltiples escándalos de corrupción y su plan económico. Ante tal situación, el Congreso lo destituyó en febrero de 1997, bajo la acusación de “incapacidad mental” de Bucaram para gobernar. Fue sustituido por el presidente del parlamento, Fabián Alarcón. Tras su destitución, Bucaram huyó nuevamente a Panamá.Tras su paso por la presidencia, acumuló múltiples cargos criminales debido a la corrupción de su gobierno.

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Nos ahorramos contar el camino político de Gustavo Petro que ya es suficientemente conocido por todos los colombianos, desde pertenecer a un grupo guerrillero y terrorista, hasta delincuente amnistiado, concejal, senador y varias veces aspirante a la presidencia y elegido en 2022; lo que si no podríamos hacer porque no terminaríamos,  es enumerar los miles de escándalos de su gobierno y la muestra evidente de los actos de incapacidad para gobernar.

La incapacidad mental de un Gobernante debe tener una consecuencia jurídica y otra política y ello obedece también a la capacidad política y jurídica de quienes lo vigilan y lo juzgan;  seis meses fueron suficientes en Ecuador para que todo el país supiera de la “locura” de su gobernante, lo cuál llevó al Congreso de la República a sacarlo del cargo.

Las conductas del presidente Petro hace meses no han sido normales y las semanas anteriores dejan unos interrogantes grandes en los colombianos por el comportamiento de su mandatario,  que abre el espectáculo de análisis mental con una entrevista de su “entrañable amigo y defensor” Daniel Coronel; continúa su verborreico (verborrea:  también conocida como taquilalia o logorrea, es un trastorno del habla caracterizado por la producción excesiva y acelerada de palabras, a menudo acompañada de una disminución en la coherencia y claridad del mensaje), decíamos que  verborreico por su  consejo de ministros de cinco horas, donde despide a un viceministro y habla sin parar; no descansa y avanza con una guerra de insultos con el Presidente y los Senadores de Estados Unidos, logra su cometido después de que le quitaron la visa, que lo incluyeran en la lista Clinton y lo declararan narco; le revuelve el distractor de la constituyente; despide a su recién nombrado ministro de justicia y luego convoca a marchas; un periódico tituló un editorial:  “Petro más solo ¿Y más loco?”.  Todo indica que la absolución de Álvaro Uribe Vélez, en el inicio de aquella fatídica semana para Petro, en un fallo que retomó el camino jurídico, le provocó al actual presidente  un “trastorno mental transitorio” que lo afectó profundamente en su comportamiento, pues este lo llevo a tierras del medio oriente a idolatrar a los reyes del petróleo que tanto odia aquí, pero del PETROleo que besa allá y que consolidó al narciso mayor de los colombianos autodenominandose un príncipe como ninguno otro. Esto sin olvidar que de 70 trinos en menos de 24 horas, la mitad se los dedicó a Donald Trump, a  quien Petro envidia hasta el odio visceral.

Queda claro que Ecuador jamás olvidará a Abdalá Bucaram, como Colombia jamás olvidará a Petro, con su síndrome de Nerón, aquel emperador que quemó a Roma y que se inmortalizó en la historia al combinar el poder y la megalomanía que consume a los gobernantes. Colombia jamás olvidará como el país está incendiado por la inseguridad propiciada por la paz total, que ya hoy debe llamarse la “paz fatal”.

Definitivamente algunos  presidentes son inolvidables y el actual de Colombia, sí que lo será, así como aquel loquito de Ecuador que hablaba de lo divino y humano hasta que desapareció de la estratósfera universal.

Claro, con la diferencia que el nuestro es un neocomunista radical y drogadicto, lo que lo hace más loco y Bucaram era histriónico y respetaba las reglas dentro del capitalismo; lo que lo hacía menos loco.

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