Por: Mateo González Betancur – COMUNICADOR SOCIAL Y PERIODISTA
En cualquier democracia moderna, la buena relación entre el Gobierno Nacional y los gobiernos departamentales, es clave para garantizar la estabilidad y el bienestar de los ciudadanos. Esto, aunque básico, ha sido ignorado con frecuencia en Colombia durante el actual gobierno de Gustavo Petro. La gestión pública requiere de un equilibrio que, en los diferentes niveles de gobierno, trabajen de manera armónica para lograr resultados efectivos. Sin embargo, lo que hemos presenciado en los últimos tiempos es una escalada de tensiones y divisiones que dificultan la gobernabilidad en todo el país y más en nuestro departamento de Antioquia.

El discurso del Presidente Petro, lejos de propiciar la unión, ha sido cada vez más confrontativo, alimentando la polarización y profundizando las divisiones de clases sociales. Su intervención, realizada ya hace unos días, donde lanzó ataques al periodismo, una necesidad prioritaria para la democracia y la libre opinión, es preocupante. Petro, en lugar de respetar el derecho a la crítica, ha optado por calificar a los medios y a sus opositores, de manera despectiva, contribuyendo a la deslegitimación de uno de los pilares fundamentales de cualquier sociedad democrática.
Además, Petro hizo una desafortunada referencia a Elon Musk, sugiriendo que el empresario podría tener “tendencias nazis”. Este tipo de afirmaciones son irresponsables y peligrosas, no solo porque desvirtúan el debate público, sino porque trivializan asuntos históricos sensibles como el nazismo. En lugar de fomentar el diálogo, Petro sigue profundizando una narrativa de odio de clases, un discurso que divide a la nación en lugar de unirla.
Es esencial recordar que un buen gobierno se construye con la crítica constructiva, con la búsqueda de soluciones y con la inclusión de todas las voces. Pero Petro, al atacar al periodismo, demuestra un desprecio alarmante hacia la diversidad de opiniones. En lugar de aprovechar su posición para liderar un país que ya está profundamente dividido, insiste en una retórica que propicia el conflicto y no el consenso.

Frente a esta realidad nacional, es digno resaltar la gestión del Gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, quien ha demostrado que sí es posible acercarse a las comunidades, gobernar con eficacia y, lo más importante, respetar la pluralidad de voces. Rendón ha sido un ejemplo de cómo se deben gestionar los recursos públicos de manera eficiente, con transparencia y compromiso hacia las necesidades de la gente. A diferencia del gobierno central, el gobernador ha mostrado una disposición clara hacia el trabajo en equipo y ha priorizado la cercanía con la ciudadanía, algo que el Gobierno Nacional debería imitar.
Andrés Julián Rendón, además de su impecable labor administrativa, ha construido puentes sólidos con las alcaldías del departamento de Antioquia, sin diferenciar a quién votó o no por él, trabajando de la mano con los mandatarios locales para garantizar que las necesidades de cada municipio sean atendidas. Este enfoque ha permitido que los proyectos sociales, económicos y de infraestructura avancen de manera más efectiva, demostrando que cuando existe una relación armoniosa entre los diferentes niveles de gobierno, los resultados son tangibles y benefician directamente a la población. La cercanía de Rendón con las alcaldías es un modelo que debería replicarse en todo el país, buscando siempre el bienestar colectivo.

Es necesario hacer una dura crítica, aunque respetuosa, a Gustavo Petro y su gestión, no solo por sus ataques al periodismo, sino por su falta de liderazgo conciliador. Petro, al fomentar la lucha de clases, está alimentando un ciclo vicioso de resentimiento que difícilmente traerá prosperidad a Colombia. Los colombianos no necesitamos más divisiones; necesitamos un gobierno que nos una, que entienda que la clave del progreso está en el diálogo, en el trabajo conjunto entre el Gobierno Nacional y los gobiernos departamentales. Rendón ha demostrado cómo se hace esto, y su ejemplo debería ser un faro para todos los gobernantes que desean realmente servir al pueblo.
El éxito de una administración no se mide por las veces que se ataca al adversario, sino por las veces que se construyen puentes para resolver los problemas del país. Petro, al alimentar la discordia, está perdiendo una valiosa oportunidad de unir a los colombianos bajo un objetivo común. El tiempo dirá si decide cambiar su rumbo, pero mientras tanto, gobernadores como Andrés Julián Rendón nos recuerdan que es posible liderar con respeto, integridad y resultados visibles para la comunidad.
En definitiva, el valor de una buena relación entre el Gobierno Nacional y los gobiernos departamentales es incalculable. Es hora de que el presidente Petro lo entienda y actúe en consecuencia, dejando de lado la confrontación y abrazando el diálogo que tanto necesita el país.
