Por: Juan Diego Barrera Arias
La mayoría de las veces, puedo afirmarlo con seguridad, por no decirlo que en todas las ocasiones, siempre que se plantea un negocio, calculamos los ingresos o los beneficios económicos de la transacción hecha, y digo lo anterior a modo de reflexión, porque en minería en el país, lastimosamente en un enfoque de proyección e impacto, tenemos muy claro los ingresos, los minerales que exportamos, los países a los que enviamos estas materias primas, pero no hemos tomado el trabajo de imaginarnos lo que hemos dejado de percibir, por no agregar un valor adicional, dar un poquito más, transformar estas materias primas y naturales exportadas sólo en concentrados.
La minería alcanzó en el año 2022 uno de sus años más provechosos a nivel económico, según la ACM – Asociación Colombiana de Minería – las ventas externas mineras aumentaron un 52% con respecto al año 2021 – 20.387 millones de USD – consolidando a la minería con la participación del 36% de las exportaciones del país y con minerales como el carbón, el oro, coque y níquel, como 4 de los 10 principales productos de exportación de Colombia para la industria del mundo.
Estos datos son extraordinarios a la luz que no sólo impactan directamente las finanzas del país en conceptos como impuestos y regalías, sino que al tiempo tienen un agregado valor social derivado de la gestión en territorio, la empleabilidad en las poblaciones mineras, la generación de tejido social y empresarial en los municipios, encadenamientos productivos y protección medio ambiental.

Es importante anotar que el trabajo que se ha hechoha sido un trabajo exitoso, aun así, no debe perdersede vista que falta una mirada más allá de la simple extracción. Somos un país de riqueza mineral que vive de su sola extracción, sólo hemos enfocado o dedicado la mayor parte del esfuerzo a toda la situación técnica y compleja de la explotación minera en un país tropical (trabajo de gran calado), a afrontar los retos de una minería que ha generado una deuda social por la mala gestión de las regalías y atender las vicisitudes sociales y ambientales, dejando de lado, por olvido o conciencia, que debemos dar un valor agregado al aprovechamiento de nuestros recursos.
Es por esto por lo que como sector se debe apuntar a la generación de productos terminados y de valor agregado en el encadenamiento minero, dejar de ser simplemente quienes venden concentrados de minería, y volvernos en productores mineros y generadores de conocimiento y tecnología derivados del sector.
Una apuesta en este sentido es la articulación entre la empresa (titular minero) y la academia; la academia debe ser el soporte que permita con argumentos científicos y técnicos, la realización de una actividad minera sustentable con el territorio y el ambiente, convirtiéndose en un soporte legítimo y fundamental para el empoderamiento minero de los territorios. A su tiempo, es la misma academia la que permitirá el desarrollo de actividades científicas, las cuales podrán ser implementadas con políticas públicas o inversión privada para la innovación tecnológica que deriva de la actividad minera, generando el primer paso en la diversificación de la canasta exportadora en la minería. A modo de ejemplo y no lo hago a nombre propio, “Por1970, Corea era tan pobre como el Perú (en 2015). Hoy sólo una empresa coreana, SAMSUNG, vende 5 veces más que todo el PBI del Perú. La diferencia está en que mientras Perú sigue exportando materias primas, ellos exportan conocimiento, tecnología, valor agregado”¿Cuánto más estamos dispuestos a perder por no dar un salto para la diversificación de nuestra canasta minera?
Seguidamente, debemos además de tecnología en pensar en un modelo minero de joyería de alto valor, joyería que permitiría generar empleos ligados a este arte y que impulse una campaña de turismo minero en el país, donde no sólo vengan y conozcan nuestro territorio sino que el turista lleve una joya hecha por nuestros artesanos y con minerales de nuestro subsuelo, dos pájaros de un solo tiro, la minería y el turismo, encadenamos en la generación de desarrollode empleos dignos, capacitación a nuestros joyeros, encadenamiento del sector minero y otros sectores y, como insisto en el presente escrito, un valor agregado a nuestras riquezas no renovables.

Colombia debe entender su papel estratégico en la transición energética, transición energética que comienza con la implementación de tecnologías cada vez más baratas pero eficientes para el cambio de los modelos de consumo actual. Esta coyuntura hacia un cambio en la forma de consumo energético y donde no sea sólo los combustibles fósiles la principal fuente de energía debe de establecer la necesidad de una real política pública de inversión extranjera directa con impacto local inmediato, política que debe contener la apertura de centros de fabricación de baterías además de acopio y tratamiento de las mismas para su repotenciación, la de estímulos a la inversión para generar factorías encaminadas al desarrollo de las nuevas energías. Esto tiene un motivo ligado directamente al sector minero y es que con la determinación de 17 minerales estratégicos para la transición, debe ser Colombia precursor de la transición, pero no sólo como proveedor de la materia prima, sino como generador de tecnología e innovación, valor agregado de la minería para productos finales más sostenibles, amigables con el ambiente y que se requieren con gran premura en el mercado mundial.
Finalmente, desde la institucionalidad, debe de cambiarse el enfoque de la autoridad minera del país, esta no debe ser únicamente circunscrita al componente minero técnico de la extracción, sino que debe encargarse del fomento y promoción de todo lo que implica el encadenamiento minero, no siendo sólo una autoridad minera para lo que le compete a la fecha, sino una agencia de los recursos minerales y encadenamientos mineros, otorgándole así las facultades de ampliar su margen de promoción a sectores que confluyan con la minería y permita un valor agregado a nuestros recursos.
La riqueza mineral la tenemos en Colombia, sólo falta saber administrar esta riqueza, de lo contrario, se nos escurrirá por nuestras manos.