Infraestructura para el desarrollo y educación vial para la vida.

Por: Juan Diego Barrera Arias

Lo más urgente en nuestro desarrollo vial ya no es únicamente la infraestructura. La pedagogía como actores de la vía en el contexto autopistas 4G y 5G en Colombia, es vital para que el desarrollo no se nos convierta en un “accidente”. 

Durante el año 2024, Colombia registró un total de 8.271 muertes por accidentes de tránsito, según cifras preliminares del Observatorio Nacional de Seguridad Vial (ONSV). Los siniestros viales, lamentablemente continúan siendo la segunda causa de muerte violenta en el país, después de los homicidios y existe una especial preocupación al saber que la mayor cantidad de víctimas fatales (44%) corresponden a personas entre los 15 y 35 años, lo que evidencia la vulnerabilidad de los jóvenes en las vías.

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En este contexto, debe permitirnos entender el reto educativo del desarrollo vial en Colombia, reto del cual no es ajeno el Urabá, Occidente y Suroeste antioqueños. La expansión de las autopistas de cuarta y quinta generación (4G y 5G) en nuestro territorioplantea un gran desafío: la transformación de la movilidad de nuestros municipios y la región. Estas obras de infraestructura, diseñadas para mejorar la conectividad y dinamizar la economía, también implican un cambio radical en la forma en que los habitantes de nuestra región interactúan como actores de la vía.

La llegada de estas obras de conectividad no solo incrementa el flujo vehicular de carga y pasajeros en estos territorios antioqueños, sino que introduce nuevas dinámicas de velocidad, señalización y convivencia vial que muchas comunidades no están preparadas para enfrentar, que las instituciones no han previsto en sus planes de desarrollo y peor aún que pueden desconocer por completo. Por ello, es fundamental que las administraciones municipales, de manera individual y colectiva, comiencen a implementar estrategias pedagógicas de educación vial, orientadas a todos los actores de la movilidad de su territorio: peatones, ciclistas, motociclistas, conductores particulares y de transporte público; siendo la prevención y cumplimiento de las normas la premisa encaminada a la garantía de la vida de cada uno de ellos.

La pedagogía vial debe ir más allá de campañas esporádicas. Se requiere una formación continua y contextualizada, que incluya desde talleres en instituciones educativas hasta capacitaciones comunitarias, con el fin de fomentar una cultura de respeto, prevención y responsabilidad en las vías. Al tiempo, en cumplimiento de los deberes constitucionales y legales, se debe implementar equipos capacitados de tránsito para el respectivo control sancionatorio de quienes, a pesar de las campañas y pedagogías viales, no acaten las normas viales convirtiéndose en una amenaza para la vida e integridad de los demás. 

Nuestra región avanza en infraestructura como nunca había ocurrido en su historia y es momento de prepararnos para avanzar en conciencia vial. Solo así será posible reducir de manera sostenida las cifras de siniestralidad y garantizar que el desarrollo no se traduzca en muerte y tragedia sino en mayor calidad de vida y civilidad.

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