Por: Juan Diego Barrera Arias
Sin lugar a duda tenemos que comenzar a realizar preguntas incómodas para prepararnos para lo que viene. El futuro es una construcción que acontece en el presente y valga la pena hacer una reflexión de cómo estamos, para donde vamos y qué esperamos.
El Túnel de Occidente no sólo es un proyecto de infraestructura, en si mismo es un proyecto de impacto social, económico, ambiental, cultural, de seguridad, de movilidad, de turismo… en fin, se podría decir que existirá un antes y un después del Occidente, cuando en operación esté tal obra de ingeniería.

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Y es que el progreso trae consigo retos, el desarrollo no es un privilegio sino una responsabilidad con los territorios, y Occidente debe comenzar a entablar diálogos municipales y regionales sobre lo que tiene, lo que espera y cómo afrontar los desafíos de la nuevo dinamismo con la apertura del Túnel.
Como región, el Occidente debe concretizar las figuras jurídicasde asociación territorial ya creadas como la Provincia Turística y Agroecológica del Occidente y la Provincia Agroindustrial del Occidente, dado que no puede ser sólo instituciones, sino entidades gestoras y tangibles de un desarrollo económico, social y ambiental.
Estamos en el mejor momento de comenzar a planearnos el futuro de la mejor esquina de América, el ejercicio asociativo territorial de las provincias debe tener como meta preparar para esta transición social y económica a las administraciones, a la población, a los comerciantes, a las escuelas, al turismo; dado que será la única forma de garantizar que el desarrollo sea organizado y permee con sus beneficios a los territorios y sus comunidades y no sea un falso progreso que sólo impacta parcialmente, creando mayor brecha social.
Estas provincias junto a las administraciones municipales deben comenzar a trazar la ruta de su nuevo desarrollo, ruta que debe ponderar el cuidado de las riquezas innatas territorio, como sus aguas, sus bosques, su diversidad natural, al tiempo de las otorgadas por la geología, estableciendo criterios claros de organización territorial para el desarrollo de sectores que generen gran inversión y retribución económica (como la minería) y actualizar una organización territorial (EOT POT) para las nuevas necesidades a solventar como vías, carreteras, sitos turísticos, servicios públicos.
La presencia de la institucionalidad regional y local será el primer eslabón de la cadena que garantice que los impactos del desarrollo sean positivos (en mayor medida) y así hacer del occidente un nuevo eje de crecimiento económico empezando por sus habitantes y para el país. Antioquia es una raza de arraigos y será esta coyuntura actual, la que permitirá a Occidente demostrar la capacidad de acoplamiento, organización y proyección para el futuro.
El Túnel ya es una realidad palpable en materia de ingeniería e infraestructura, debemos traducir mediante la institucionalidad que esos impactos sean reales en el territorio y con mayor razón en su gente.
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