Por: Balmore González Mira
La gastronomía era otra cosa, ni siquiera mencionabamos esa palabra. Por aquellas épocas se hablaba de desayuno, almuerzo y comida. Ni siquiera nos llamaban a cenar. Media mañana, algo y merienda, también hacían parte de nuestro vocabulario. La palabra gastronomía “no existía” en nuestro léxico. Hoy la llaman cocina ancestral o de la abuela.
En nuestros pueblos comíamos muy bien, es decir, nos alimentabamos con comida real, como la llaman hoy los endocrinólogos; el desayuno, muchos antes de las 8 de mañana era arepa recién hecha en carbón o leña, con quesito y huevo y calentao (hecho del frijol y el arroz que sobraba del día anterior), muchas veces con frito de gallina o con los huevos más amarillos de estos bípedos, una taza de chocolate Cruz o cacao sin proceso industrial y preparado con Aguapanela en olleta y eso sí, bien hervido y batido con “bolinillo” para que no diera cólico. Había también las migas de arepa con huevo y las migas de pan con quesito en el chocolate o la Aguapanela.
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La media mañana, tipo 10 am por lo general era una colada, una mermelada o unas galletas y hasta buñuelos, todos hechos en casa.
En el almuerzo que por lo general era a las 12 del medio día no faltaba la sopa o un sancocho trifásico bien alentado o de gallina de las que se criaban en el solar, o unos buenos frijoles verdes; y en la cena (comida de 5 a 6 pm) diaria, nunca faltaba el plato de frijol con chicharrón, con manteca de cerdo y cebolla junca bien fresca y cruda para que le diera mejor sabor. Con coles o con sidra o con ambas. Muchas veces con una buena pezuña de cerdo. Y si había lugar para la merienda, tipo 8 de la noche, qué mejor que una taza de chocolate o aguapanela caliente con quesito y tostadas o arepa migada. No faltaba en el fogón una olleta llena de café oscuro la bastilla hecho también con la infaltable panela, desde por la mañana para los tragos (antes del desayuno) y hasta la hora de apagar la lámpara caperuza, cuando el último cristiano se tomaba el ripio que quedaba de café en aquella tisnada olleta.
Casi todo se hacía en fogones de leña, carbón o petróleo (unos barriles, con un tanque abajo lleno de petróleo y con mechas que salían hasta la parrilla) el olor era permanente y si las mechas quemaban mal, el alimento sabía a petróleo. Ah, y tenía alto, medio y bajo con una palanquita manual. ¡Una belleza!
Mazamorra y claro (líquido de la mazamorra sin el maíz), leche de vaca (entera), jugos naturales batidos en olleta, Aguapanela, o la taza de aguapanela con leche (tetero), hacían siempre parte del menú de las sobremesas. Había manjares y postres variados, desde el de moras silvestres, guayabas criollas, piña, papaya, naranja naturales; brevas de las del palo de la casa, colada de Maizena, platanos calados en panela, panelitas de coco, entre muchas otras delicias de las mamás o las abuelas. No existían los alimentos procesados. De pronto la carne salada y ahumada en el fogón de leña.
Las medias tardes de 2 a 3 pm eran unos sandwiches deliciosos, por lo general de queso con mortadela o de queso con bocadillo de guayaba, los ponches y las caspiroletas, los suspiros, un pedazo de panela con quesito, y cuando los trapiches de caña estaban cerca, le apurabamos con todos estos postres que iban desde un cangarejo, un subido, una oreja, un blanquiao o el plátano, la mazorca y la yuca calada en las falcas, deliciosas naturales que sí que nos hicieron los mejores platos y degustaciones.
No existían las hamburguesas y solo cuando nos llevaban a Medellín podíamos disfrutar de este invento de pan con carne, que el “loco Jaramillo” trajo de los Estados Unidos, en un lugar que bautizó “Hamburguesas del Oeste”, dónde en la barra del negocio había ensaladas, pepinos, tomates, cebollas y salsas de tomate, mayonesa y mostaza. A la hamburguesa por lo general la surtíamos varias veces con todos estos aderezos, los cuales nos hacían creer medio gringos, además porque era en el primer piso del edificio Coltejer y tal vez nos creíamos en New York y allí llegábamos hambrientos de hamburguesa y sedientos de coca cola. Cuando volvíamos al pueblo contábamos con pelos y detalles cómo habíamos ido a juniniar (caminar por todo Junín en Medellín) y cómo habíamos estado en ese icónico lugar, como si fuese la gran hazaña o el paseo más espectacular de nuestras vacaciones.
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CONVERSATORIO
Viernes 25 de abril
8:30 Aguapanela de bienvenida
9:00 Actos protocolarios
*Bendición de Monseñor
*Saludo de la alcaldesa Municipal
9:30 El Túnel del Toyo a cargo de la secretaría de infraestructura de Antioquia
10:30 Exposición: así avanza Puerto Antioquia
11:30 Conversatorio
1:00 Cierre
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